Amelia duerme plácidamente enredada entre las finas sábanas de seda en la gran cama que – según piensa – es exagerada hasta para Bastián Christopoulos y su pomposidad. No es el hombre que ella creía, es una preciosa versión de quien lamentablemente conoció y que al principio no supo ver, es amable, dulce y educado, adorable, justo y protector. Por supuesto que es un arrogante y presuntuoso, pero eso lo hace el dinero y el poder que el mismo le confiere. Abre sus castaños ojos encontrándolo hermoso durmiendo plácidamente. Le quita el aliento. Es el hombre más atrayente y seductor que haya conocido, nunca vio a nadie con esos rasgos tan perfectos: su mandíbula cuadrada y su nariz perfilada hacen perfecto juego con sus preciosos ojos y su boca delineada impecablemente rellena con esos labios que definitivamente se hicieron para besar son la amalgama perfecta para que sea un Donjuan – piensa con amargura – sin embargo le dice cosas tan dulces y hermosas que a cada momento cae rendida ante
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