Capítulo 3—Ya vamos saliendo, ya dejen de quejarse —enciende el motor del autobús y lo pone en marcha.Escucho que golpean el autobús haciéndome sobresaltar, empiezo a temblar de miedo.—Disculpe, estoy buscando a mi hijo, tiene ocho años, es como de esta estatura ¿lo ha visto?Escucho lo que dice mi padre, el pánico se apodera de mí y empiezo a sudar frío y a llorar en silencio, pensando que hasta aquí ha llegado mi fabuloso plan de escapar.—Sí, aquí subió un niño —le dice el señor que cobra.—No, el niño bajo —le dice la señora— lo vi correr hacia la salida.—Muchas gracias —escucho que dice mi padre.Reanudan la marcha, el alivio que siento es grande, sin embargo, aun tengo miedo de que papá me descubra, por lo que permanezco un poco más de tiempo agachado, estuvo a punto de atraparme y no quiero sentirme cerca de ser arrastrado al infierno que tengo por casa.—Ya siéntate, no te va a ver —me dice la señora, pero me niego, aún tengo miedo— ven, vamos, confía en mí —extiende su ma
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