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Todos los capítulos de La otra cara de la luna: Capítulo 31 - Capítulo 40
40 chapters
Capítulo 30. Demasiado tarde
IsaacEl cuerpo de Victoria se siente frío contra el mío, como si toda la calidez de su ser se hubiese esfumado en el momento en que perdió a nuestro hijo. Hago un esfuerzo por tranquilizarla, por transmitirme mi calor al tenerla apretada entre mis brazos, pero el dolor que atraviesa mi costilla me obliga a jadear y por más que intento ocultar mi malestar, no lo logro.—¿Estás herido? —pregunta con preocupación y se separa de mi abrazo para observar sus manos—. ¡Estás sangrando! —murmura con asombró.Me doblo sobre mi cuerpo cayendo de rodillas al piso, provocando que Victoria se sobresalte y pida ayuda a su madre. La mujer se aproxima a mi lado y comienza a hacerme preguntas que respondo con dificultad.—¿Tuviste una operación recientemente?—S-sí, hace unos días —le informo.Me avergüenza el titubeo en mi voz, pero, por alguna razón el dolor se ha intensificado. Si bien, nunca desde que recibí el disparo me he sentido completamente recuperado; en estos momentos me resulta imposible
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Capítulo 31. Miseria
Isaac—¡Victoria, despierta! —exijo aterrorizado mientras sacudo su cuerpo inerte entre mis brazos. Mi lobo rasga el interior de mi cuerpo suplicando por salir y socorrer a su compañera, pero lo obligo a calmarse, sabiendo que en este caso no hay nada que él pueda hacer.Mis nervios se crespan y el maldito corazón parece que se me va a reventar en el pecho por el desespero. Hago una pinza con mis dedos en su nariz y abro su boca para soplar en su interior en un intento por llevar aire a sus pulmones.—¡Hija! —grita su madre a mis espaldas al darse cuenta de lo que pasa. Victoria comienza a toser y expulsar el agua que ingirió, provocando que me vuelva el alma al cuerpo al verla respirar de nuevo. Retiro los cabellos que se habían pegado a su rostro y hago un esfuerzo enorme por no soltarme a llorar como un niño al escuchar de nuevo el latir de su corazón.—¿Isaac…?, ¿qué pasó? —pregunta aferrándose a mi cuerpo, sollozando horrorizada.—Ya pasó —digo para no presionarla con preguntas
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Capítulo 32. Migas de pan
VickyLa luz que se filtra por la ventana y da justo en mi rostro me incomoda y trato de cubrir mis ojos con mi mano, pero, cuando intento levantarla de la cama, siento un tirón que me impide moverla por completo. Abro uno de mis ojos, mientras trato de adaptarme a la luz matutina, y lo que veo me deja sin aliento; me hace sentir aún peor de lo que ya me sentía y por un momento solo pienso en desaparecer y dejar atrás mi sufrimiento y el de las personas que deben soportar mi odioso estado de humor.Isaac se aferra a mi mano desde su lugar. Aún se encuentra sentado sobre la alfombra que cubre el piso y su cuerpo de medio lado está recargado de la orilla de mi cama. El cansancio debió vencerlo, pero no se apartó en toda la noche de mi lado.—Isaac… —Doy un leve apretón a su mano para despertarlo, pero no reacciona de inmediato—. Isaac… —repito.—Mmm… —balbucea soñoliento—. ¿Estás bien? —pregunta, abriendo sus ojos con espanto de un segundo a otro.—Sí —respondo no muy segura, queriendo
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Capítulo 33. Sanación
Vicky—Hace una mañana preciosa, deberían de salir a dar una vuelta.—¿Cariño…?Una mano bastante familiar se cierra en mi muslo distrayéndome de mis pensamientos y volteo a mi costado para darme cuenta de la mano de Isaac sobre mi pierna. Dejo de revolver la comida en mi plato para prestar atención a las dos mujeres frente a mí, quienes me observan con ese maldito gesto lastimero que ya comienza a fastidiarme.—Perdón —mascullo de manera distraída—. No escuché lo que dijeron.—Decía que es un hermoso día —repite Maggie sonriendo cálidamente—. Tal vez podrían salir al pueblo por un helado, o dar una vuelta por el bosque.Mi mirada se posa en el hombre a mi lado. Isaac no se niega, pero tampoco me presiona para aceptar, lo cual agradezco.Ha pasado un mes desde lo que pasó y aún no logro recuperar por completo mi estado de ánimo, sin embargo, me esfuerzo, por él, por mi familia; trato de complacerlos en este tipo de cosas, aunque la verdad es que mi mente se mantiene ausente en todo mo
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Capítulo 34. Cicatrización
IsaacLa imagen de Victoria con el pequeño niño en brazos ha movido cosas en mi interior que jamás admitiré. Volver a ver, aunque sea una mínima luz en su mirada, ha sido como beber un sorbo de agua en medio del desierto.¿Así es como se siente la esperanza?Victoria observa a Harry con adoración, mientras que yo la observo a ella. Su sonrisa es hipnotizante, adictiva y, a pesar de que juré que no podía sentir algo más grande por ella, me doy cuenta de cuán equivocado he estado, pues, el sentimiento que ahora mismo me embarga no tiene comparación.—Le diré a Azul… —Escucho a lo lejos la voz de Verti que me saca de mi ensoñación. Victoria voltea a verme con una pregunta reflejada en sus ojos, sin embargo, no entiendo de qué hablan, pues hasta ahora presto atención a su conversación.«Estaba demasiado ocupado admirándola»—¿Quieres ir? —cuestiona con cierta preocupación.—¿Adónde? —indago haciéndola sonreír.Mi lobo reacciona al sentir las vibraciones entre los dos, el magnetismo que ha
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Capítulo 35. Alfa y Luna
VickyIsaac no duda al entrar a la habitación, y debo confesar que el simple hecho de tenerlo de vuelta me pone nerviosa. Toma mi mano con seguridad y juntos atravesamos el cuarto hasta llegar a los pies de la cama donde nos detenemos sin saber qué hacer.Observo mi aspecto: estoy sucia, mi cabello es un desastre y algunas hojas secas del bosque se han adherido a mi vestido sin haberme dado cuenta. Isaac no se encuentra en mejor estado. Su ropa desaliñada y cabello revuelto me llevan a recordar el mágico momento que acabamos de vivir en medio del bosque, justo donde nos vimos por primera vez cuando descubrimos nuestro lazo.Yo no lo supe inmediatamente, aunque debo admitir que la sensación de esos ojos penetrantes y singulares me quedó en el cuerpo durante días, y de solo recordar la curiosidad que sentí por ese hermoso y aterrador lobo salvaje, me llevó a darme cuenta de que no era normal, que el magnetismo que sentí por él, cuando una reacción normal hubiese sido infartarme del sust
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Capítulo 36. Futuro borroso
Isaac —He dicho que no, Victoria, por favor entiende… —Pero, Isaac —refuta frunciendo el entrecejo con molestia—. No puedes mantenerme en esta casa como a una prisionera. ¡Ava me necesita! —Victoria, conoces la situación —intento razonar con ella, pero se ha empeñado en acompañar a su amiga a una de las ceremonias que ambas han organizado, y la idea de que se exponga de esa manera me vuelve completamente loco. —Harry nos acompañará —suplica acariciando mi pecho de manera melosa, cambiando su estrategia. Sabe que cualquier día podría convencerme solo con una mirada, pero hoy es diferente; las últimas amenazas han sido especialmente violentas y temo que en cualquier momento ese demente se atreva a cumplirlas. —Lo siento, pero la respuesta es No, y es mi última palabra. —¡Agh! —me da un empujón que no logra moverme, e intenta huir de mi agarre, pero soy más rápido y la atraigo nuevamente a mi pecho. Victoria evita mi mirada, por lo que tomo su barbilla y la elevo hasta que sus ojos
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Capítulo 37. Recuerdos
Vicky —Me parece increíble que otra vez pueda salir libremente, sin pensar en que un loco me está acechando desde los rincones. —¿Libremente? —cuestiona Ava observando al séquito de guardaespaldas que Isaac ha enviado a protegerme. —Ah, eso… ignóralos, Isaac es un exagerado, pero ¿sabes?, me gusta que me cuide como lo hace. —Me encojo de hombros recordando al obsesivo de mi compañero que, a pesar de haber dado con la persona responsable de las amenazas en mi contra, aún me cuida como si fuese un tesoro. —Te tiene muy consentida, amiga. —Se ríe Ava, mientras revisa los manteles para la nueva ceremonia que juntas estamos organizando. —Siempre he sido una consentida —admito—. Él solo se ha adaptado a mí —presumo orgullosa. Recuerdo la primera vez que lo vi ese día que me reclamó frente a mi familia y todas las emociones que sentí al tenerlo de frente. La manera intensa en que sus ojos de diferente color me observaron y desnudaron mi alma, así como la corriente de excitación que viaj
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Capítulo38. Recuerdos (parte II)
VickyUn mes pasa volando entre el trabajo y la vida cotidiana, Isaac está más complaciente que de costumbre y conforme pasa el tiempo más me gustan sus atenciones. Amo que me mime como lo hace, que me cuide y se preocupe por cada detalle de mi día, así como yo me esmero en demostrarle todo el amor que siento por él. —¿Cómo te sientes hoy? —pregunta acariciando mi espalda desnuda con las yemas de sus dedos. —Bien, ¿por qué lo preguntas? —Elevo mi rostro al suyo, extrañada por la peculiaridad de su pregunta sin contexto. Mis ojos se pasean por su rostro iluminado por la hermosa luna llena que baña el interior de la cueva con su luz, y no puedo evitar soltar un suspiro que infla mi pecho al admirar tanta belleza. Y no me refiero a la luna. —Fue solo una pregunta. —Un poco extraña, la verdad. Estoy bien, supongo. —Suelto un suspiro entrecortado que me delata y, como me conoce tan bien, vuelve a preguntar: —¿Qué te pasa?, te he notado un poco melancólica. Dudo de mi respuesta, pero
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Capítulo 39. Mi lado más oscuro
Vicky Si ya me dolía la cabeza por el golpe, el malestar solo ha incrementado al escuchar las palabras de Isaac que me han dejado muda de repente. Embarazada. «No puede ser, esto no está pasando, ¿cómo pudo saberlo él antes que yo?» —¿De qué estás hablando, Isaac? —cuestiono seriamente, intentando no desatar la furia que comienzo a sentir conforme pasan los segundos y las miles de preguntas se amontonan en mi cabeza impidiéndome pensar correctamente. —Les daré privacidad, estaré afuera si me necesitan —informa el doctor saliendo de la habitación. —¿Qué estás esperando para comenzar a hablar? —lo presiono. —Iba a decírtelo, no quería que te enteraras así… —¡¿Cuándo?! —grito llena de coraje—. ¿Cuándo ibas a decirme que en mi cuerpo se está gestando un bebé? —pregunto levantándome de la cama. —Ten cuidado. —Se apresura a sostenerme cuando otro mareo me tambalea y debo volver a tomar asiento—. Tenía miedo de tu reacción —confiesa sosteniendo el puente de su nariz. Guardo silencio
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