—¿Has visto a Soren? —preguntó Patrice a su novio.—Uhm, no. De hecho, no desde que lo vi hablando con el equipo de publicidad —respondió y torció la boca a un lado—. Lo cual me pareció fuera de lo común.—Sí, Soren no habla con nadie. Aunque sí que intervino durante la reunión. Parecía estar interesado en el tema y al mismo tiempo perdido, nunca se sabe realmente con ese hombre tan hermético —argumentó la rubia de cabello rizado—. ¿No lo has notado un podo diferente desde que regresó de su viaje a Malacia?—¿A qué te refieres exactamente? Soren de por sí es muy diferente —bromeó.—No, más de lo normal. La manera en la que sus ojos están atentos a lo que pasa a su alrededor y habla mucho más, incluso podría llegar a decir que está…, feliz.—¿Feliz? ¿A caso él puede sentir felicidad? —preguntó, riendo y su novia lo miró mal—. Lo siento, nena. Era un juego, pero en el caso de que nuestros obstinado amigo haya encontrado una razón para ser feliz, ¿no sería algo bueno?—Por supuesto que s
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