—Ya estoy lista para irme al trabajo, flojaza — le dijo Megan a su amiga Karen.—Ja, ja, ja. Día de descanso, ya le he avisado a mi jefe.—¿Cómo lo ha tomado?—Solo dijo que espera que me recupere pronto porque el desfile está cerca.—Es un cerdo, lo único que le importa es el mismo — gruñó Megan, furiosa.—El solo es un hombre práctico, Megan, está pendiente de lo que debe estar y eso es de su empresa.—No hay duda de que lo que tiene de guapo lo tiene de imbécil, pero ya no gastaré mis energías hablando de él —gruñó Megan, molesta.—Ja, ja, ja. Es lo mejor, mi gruñona favorita — dijo Karen mientras sonreía.Las dos comenzaron a reír y en ese momento la madre de Karen tocó la puerta de la habitación. Se le hacía bastante raro que su hija aún estuviera allí; por lo general a esa hora ya estaba desayunando para marcharse a la empresa. Megan quitó el pestillo de la puerta y esta entró.—Buenos días, niñas, ¿cómo están hoy? —Hija, ¿qué haces aún en pijamas? — le preguntó Marta, preocupad
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