Con todos los problemas suscitados en días anteriores, y la precipitada boda, Ryan y Vanessa no habían tenido tiempo de rentar una casa, pues él quería construirle una, y eso llevaba tiempo; sin embargo, anhelaban dejar de compartir apartamentos. Esa noche luego de que las niñas se fueron a dormir, Caroline a su habitación, y la abuela Rose llegó y se instaló en la alcoba de huéspedes en el apartamento de Ryan, la pareja se encontraba en el roof garden, compartían el mismo camastro, mientras disfrutaba de la noche estrellada, del silencio, y de la brisa cálida que los envolvía. Ryan tenía abrazada a Vanessa, y sus manos puestas sobre su vientre. —¿En qué piensas? —preguntó ella, mientras suspiraba. —En todo lo que ha ocurrido —dijo Ryan, soltó un bufido—, mi padre anda muy campante sin dar cuentas a las autoridades de sus crímenes —gruñó mientras sus dedos recorrían el vientre de Vanessa. —Tenemos la confesión de Jack, con eso podemos hundirlo —comunicó Vanessa, elevó su rostro—,
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