Vanessa percibió un extraño estremecimiento cuando la mirada de aquel hombre se posó en ella, observó a Ryan con el ceño fruncido. El rostro de Ryan se llenó de seriedad, tampoco le agradó la forma en que el juez miró a su esposa. —Juez Evans. —La voz de María Joaquina interrumpió aquel incómodo silencio. Colocó encima del escritorio los folders con los documentos—, son las pruebas, y la declaración firmada de Jack Spencer, en la cual declara todos los ilícitos, con la respectiva documentación. El juez se acomodó los lentes, y revisó los documentos por encima, pues eran demasiados informes. —Señor Knight —expresó con su voz aguda—, tendré que mandar a intervenir su empresa para verificar si esta información es verídica. —Lo sé, señoría, estamos dispuestos a colaborar con las autoridades. —Bien —dijo el juez se aclaró la garganta—. Daré la orden hoy mismo, con discreción volvió a mirar a Vanessa, y la duda se instauró en su cerebro, martillando su corazón. —Perfecto —contestó Maj
En el apartamento de Vanessa, todo era alegría, música, algarabía. Las niñas se divertían danzando con sus padres, y hasta la abuela Rose se unió al baile, junto con Caroline. —Pensé que ya te habías oxidado —bromeó Rose con Caroline. La abuela soltó un bufido. —Ya vez que te equivocas, querida, yo era muy buena en el baile, me fascinaba hacerlo —mencionó orgullosa—, y veo que tú no te quedas atrás —comentó y la observó con atención. —¿No has pensado en enamorarte otra vez?Caroline abrió sus ojos con amplitud, y se hizo la señal de la cruz. —No, claro que no, así estoy muy bien, soy libre, voy y vengo, manejo mi vida sin darle explicaciones a nadie, o me vas a decir que no te agrada esa sensación de tener el control de tu existencia. —La miró a los ojos. Rose se aclaró la garganta.—Pues sí es gratificante, pero la soledad tampoco es buena, y tú aún estás joven, siempre es bueno tener un compañero, aunque sea para charlar. —Suspiró profundo—, cuando murió mi esposo me dediqué de
María Joaquina palideció al escuchar aquella amenaza, la piel se le erizó. —Vámonos —imploró a su novio, lo tomó del brazo y lo sacó de aquel bar, las piernas le temblaban como gelatina. —¿Cómo se te ocurre hacer eso? —vociferó Sebastián respirando agitado, observando a Majo con profunda seriedad, mantenía los dientes apretados, los músculos tensos. —¿Te gusta ese imbécil?Majo sintió una punzada en el pecho, los cuestionamientos de Sebastián eran como dagas que se incrustaban en su corazón, y lo peor que ella había propiciado eso, al aceptar bailar de esa forma con Salvador. —Lo lamento, no sé qué pasó por mi cabeza, ese hombre… es un demonio, me retó, y yo no quise parecer débil —murmuró agitando sus manos—, sé que no es excusa que hice mal. —Irguió la barbilla, observó a su novio a los ojos—, ese infeliz no me interesa, menos me gusta, solo quería demostrarle que triunfé, perdóname. Sebastián relajó su postura, conocía bien a Majo, era una mujer sincera, y también sabía de los a
Caroline cerró sus ojos, se recargó en el umbral de la puerta. —Lo siento, te confundí con otra persona —musitó sollozando, miró al joven—, me alegra que estés mejor. —¿Qué tienes? —cuestionó Jordan la miró con atención, Caroline temblaba, y sollozaba sin poder contenerse, y él imaginó que algo muy grave debió haberle pasado, ella era una mujer alegre, divertida. —Nada —balbuceó. Entonces él con delicadeza la abrazó, Caroline se aferró al pecho de él. —Con cuidado —advirtió él, frunció los labios, la herida estaba reciente. —Lo siento —contestó Caroline, se recargó con suavidad, volvió a llorar, desahogándose. ****Ralph Knight se encontraba acostado en la dura cama de la celda donde lo tenían recluido, el frío calaba sus huesos, y ninguna de sus amantes había tenido la delicadeza de llevarle una cobija, una almohada o algo de comer, de pronto escuchó pasos, y un guardia se acercó. —Tienes visitas. —¿Quién? —contestó se paró de golpe. —Una mujer —fue lo único que dijo el guar
Vanessa se aferró al cuerpo de su esposo, su calidez, y amor le brindaban paz, agradeció a Dios que la vida los juntara, pues sus historias eran similares, ambos eran hijos de madre soltera, y sus mamás habían sido las mejores. —Vamos a casa, cariño, debes descansar, recuerda que tienes un bebé que cuidar. Vanessa asintió, y rozó sus labios con los de él. —Tienes razón, además tengo mucha hambre, pero pasemos antes por un batido de avellana —solicitó apretando sus labios. Ryan la miró con ternura. —Claro, estoy presto a complacer todos tus antojos. —Ladeó una sonrisa, la tomó de la mano y salieron de la oficina. ****Varios minutos después la pareja llegó a su apartamento. Ryan se sorprendió de ver a Jordan sentado en la sala.—¡Amigo! —exclamó, se aproximó y cuando Jordan se puso de pie, se fundieron en un abrazo. —Ten cuidado, aún duele la herida. —Lo siento. —Se disculpó Ryan, sonrió, su amigo se convirtió en el hermano que jamás tuvo. —Me da gusto verte mejor —contestó Van
Majo arrugó la nariz, sintió ganas de abofetearlo, pero no iba a caer en sus provocaciones. —Mire doctor Arismendi, déjeme en paz, caso contrario voy a acusarlo de acoso —musitó con firmeza. Salvador sonrió, con esa expresión de ironía. —Para eso necesitaría pruebas, y hasta donde yo sé en el bar no la obligué a nada —murmuró triunfante—, pero no vine a revivir eso, sino a pedirte que destruyas a Ralph Knight —solicitó con firmeza, con la mirada oscura, y los labios apretados. —Ese es mi trabajo, no tienes que pedírmelo —contestó ella. —Con lo que tienes no lo vas a lograr, tiene un ejército de abogados corruptos. —¿Encabezados por ti? —indagó Majo, irguió la barbilla, lo miró con atención. La seriedad que él puso en su mirada, provocó que Majo se erizara, no le tenía miedo, pero en ocasiones Arismendi parecía poseído por el mal. —Yo jamás aceptaría un caso de esos, tendría las de perder, y Salvador Arismendi, jamás pierde, siempre consigue lo que se propone. —La recorrió con
Uno de los guardias agarró del brazo a Ryan, y los otros llevaron a Ralph a la celda, la pesadilla había terminado. —Ya tranquilo —le suplicó Vanessa, lo miró con ternura, con esos ojos color esmeralda que le provocaban tanta paz. Ryan soltó un resoplido, y recordó que ahora ya no estaba solo, que tenía una familia, y un bebé en camino a quién cuidar y proteger, entonces abrazó a su esposa. —Tienes razón amor, ya no vale la pena —contestó, y los tres salieron de la corte, afuera se encontraron con la abogada. —Muchas gracias, has hecho un excelente trabajo, nos gustaría seguir contando con tus servicios. Majo les brindó una cálida sonrisa. —No lo habría logrado, sin la ayuda del doctor Arismendi, y claro que me encantaría tener al consorcio Knight en la lista de mis clientes, voy a abrir mi propio bufete de abogados. —Te deseamos el mejor de los éxitos —expuso Vanessa con sinceridad. —Muchas gracias. —Majo sonrió—, la empresa en un par de días dejará de ser intervenida, lament
Vanessa, Ryan y las niñas volvieron al aeropuerto, se embarcaron en el jet privado de él, y partieron rumbo a España. Vanessa casi durmió todo el vuelo, era compresible por su embarazo, las niñas comieron, jugaron y cansadas también se durmieron. Aproximadamente a las 10:00 pm hora de Madrid el jet aterrizó en el aeropuerto. Vanessa, las niñas, y Ryan bajaron del avión, pasaron por los controles migratorios, y un chofer los esperaba afuera. Enseguida subieron al auto y empezaron a transitar por las calles de Madrid, las niñas iban mirando aquellas edificaciones modernas, mezcladas con aquel estilo barroco, Ryan les iba contando acerca de todos los cambios que había sufrido la ciudad en materia de arquitectura. Entonces llegaron a un gran edificio de estilo moderno, revestido de cristales. —Bienvenidas a su destino —dijo Ryan, las miró a las tres, complacido. Enseguida ayudó a su esposa a viajar del auto, y el chofer lo hizo con las niñas—. Este edificio yo lo diseñé —comentó orgull