Los hombres gritan a mi alrededor, corriendo y señalando. El polvo, el humo y el caos nos rodean. No puedo pensar.Tengo que pensar. Estoy entrenado para esto.Obligo a mis brazos a moverse, fuerzo mis puños a soltar el volante. Mis dedos tiemblan mientras trato de desabrocharme el cinturón de seguridad. Mis movimientos son torpes, desorientados, hasta que finalmente se desabrocha, y caigo contra la puerta.—¡Oof! — es lo único que sale de mi boca, pero el zumbido de mis oídos ahoga todo.Una mano agarra mi brazo, y oigo una voz como si estuviera bajo el agua.—¡Cole! ¿Estás herido? ¿Puedes moverte?Tengo que moverme. Asiento con la cabeza, empujando contra la puerta, haciendo todo lo que puedo para maniobrar mis piernas por debajo de mí para poder pararme. Estoy aturdido y sordo, tengo náuseas agitando mi estómago. La luz me ciega. Tengo una conmoción cerebral, lo sé. Por la neblina en mi memoria, recito los síntomas, lo que significa que también podría tener inflamación cerebral.Po
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