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Todos los capítulos de Niña Mala y Billonaria: Capítulo 31 - Capítulo 40
87 chapters
Solo debo escoger con cuál me acuesto cada noche
El dolor era insoportable, tanto, que incluso con una modelo de Victoria's Secret desnuda a mi lado, en mi cama, bajo las mismas sábanas, no fui capaz de sentir ninguna emoción y la oí, dormida, después de un infructuoso intento por hacer el amor. Pensaba en Valentina, a solo unos cientos de metros de mí, en su habitación, seguro ya también acostada, llorando con amargura por mi culpa. De no ser porque estaba acompañado, también habría llorado y sentía la humedad en mis ojos, acumulándose cuando me imaginaba a la pobre Valetina, hecha un ovillo en la cama, humedeciendo la almohada, de olor a fresas, con sus lágrimas. Esto iba a ser más duro de lo que había creído y si esta mujer a mi lado era incapaz, con su rostro esculpido por un encargo especial de Dios y dueña de un cuerpo por el
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Cuento los días para el crucero
No voy a hablar del estado en el que desperté la mañana siguiente a la primera vez en que me rompieron el corazón. Al mediodía día, en el cole, miramos con Myriam y Horacio la fecha exacta en que empezaba la semana de receso, para ajustar la fecha del crucero.—¿Yo no puedo ir? —preguntó Horacio cuando Myriam le dijo que iría conmigo, sin más acompañantes— Pero eres mi novia.—Eso no significa que sea de tu propiedad, cariño —contestó Myriam—. Si quiero ir sola, solo con una amiga, a pasar unas vacaciones, voy, porque contigo paso el resto del año, ¿me entiendes?Horacio levantó los hombros. No parecía molesto, pero tam
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El cuarto de cámaras
Nos distanciamos. El “muro humano” estaba funcionando, como lo hubiera previsto Miguel. No entiendo por qué sigue soltero, si es tan bueno para dar este tipo de consejos. Bueno, será decisión suya. Reuní valor y me acerqué a “ella”, una noche al verla salir del comedor de la cocina. Llevaba una taza de té en las manos, igual a la que le quebró esa noche cuando… —Para corroborar el cumplimiento de la condición, debes tomarte una foto de cuerpo completo, en cuatro ángulos… desnuda —Pensé que iba a llamarme tirano misógino, pero no. Solo aceptó.—¿Debo ir a algún estudio fotográfico, o cómo es?Le
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Visita al internado
—Todavía no entiendo por qué ese hombre te abrió la puerta —dijo Myriam cuando íbamos camino al internado.—¿Tú qué crees, Emily? —pregunté.—Yo prefiero no opinar, chicas. Trabajo en esa casa y, como dice Alfredo, no me corresponde opinar. —Ay, vamos, que no diremos nada —dijo Myriam. —¿En verdad quieren mi opinión?Asentimos. —A ese hombre le encanta la música que escuchas, Tina —dijo Emily, copiando la manera en que Myriam me llamaba.—Pero esa noche tenía los aud&iac
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No es su culpa
El jefe no quería que me fuera, lo percibí en sus constantes ofertas para que cambiáramos de actividad. Después de ganarle, por primera vez en una partida de billar, quiso que bajáramos a la cocina, a preparar, nosotros mismos, una receta de tacos que había visto en un programa. Fue un desastre y los ayudantes de la cocina tuvieron que ayudarnos a enmendar varios errores. Era la primera vez que veía que a alguien se le quemaba (con llama) una lechuga.    Subimos, de nuevo, al cuarto de televisión y, desde allí, nos llegaron las risas de las chicas, que habían regresado. Camilo se acercó al ventanal, desde el que era posible ver al estacionamiento en donde estaban. Las miró como si estuviera viendo el hongo de una bomba nuclear que acabara de estallar al frente de su casa. En verdad estaba deshecho.Leer más
Me lo regaló mi papá
Carlos nos llevaría al aeropuerto en la madrugada. El vuelo saldría a las seis. Camilo me organizó una comida en la noche, según él, para despedirme, pero supe que en realidad la hizo con el ánimo de conocer a Myriam, a quien invitó a la cena. Esa tarde en el cole, hablamos sobre eso. —Es la primera vez que un CEO multimillonario me invita a comer —dijo Myriam mientras realizábamos un experimento de aminoácidos en el laboratorio de química—. ¡Qué emoción! La miré con las cejas casi juntas. —Así como lo dices, pareciera como si te hubiera invitado a una cita.Imitó mi ge
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La cena antes del viaje
Yo era un hombre tranquilo, que llevaba una vida feliz, rodeada por el lujo, los viajes por el mundo, el reconocimiento laboral y una carrera brillante que se vio catapultada cuando conseguí casarme con la mujer más rica del país, luego de que su marido la hubiera abandonado y, después de que me hubiera acercado a ella para consolarla, siendo su secretario privado, me hubiera besado. Después de disculparse y yo, con falsa modestia, le hubiera dicho que la entendía, me contó que también estaba enferma, un cáncer que, sabía, terminaría con ella en unos años. No quería morir sola y necesitaba a alguien que se encargara de su hija cuando ella ya no estuviera.—Sé que eres tú, Camilo, el indicado para acompañarme y hacerse cargo de Valentina cu
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Primer día en el crucero
Estábamos alojadas en una de las suites del crucero y era tan grande ¡Que casi parecía un apartamento sobre el mar!Cómo me hubiera gustado que Ivania estuviera aquí, con nosotras.. snif.El único percance fue que, al haber comprado sus tiquetes después, Myriam quedó excluida del número de camas de la suite (una confusión de logística, que nunca falta por muy cinco estrellas que sea el servicio) así que tuvimos que compartir, ella y yo, una cama doble para que Emily conservara la cama sencilla. Al final, no fue la gran cosa.Pero no me agradaba la idea de tener que dormir, en la misma cama ¡CON ESE DEMONIO!(broma)&nb
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Primera noche en el crucero
Queríamos salir, no íbamos a pasar nuestra primera noche en el crucero encerradas en el cuarto, pintándonos las uñas, pero le habíamos dado carta blanca a Emily, que desde las seis de la tarde comenzó a arreglarse para su actor mexicano. Salió a las ocho convertida en una princesa, la adoramos, pero a la vez nos mordimos los codos porque no éramos nosotras las que estaban tan emocionadas.—Espero no volver, chicas. —dijo con un guiño—. Que duerman. Nos lanzamos, cada una, una almohada a la cara.—Tenemos que salir —dijo Myriam—. La diversión y las aventuras están afuera. Si salimos, algo encontraremos, ya verás. Nos decidimos, aunque no tuvi
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Mi primera resaca
Emyli nos obligó a desayunar a las diez de la mañana. Fue compasiva y nos permitió hacerlo en la habitación, con diez litros de jugo de naranja, otros diez de café negro y una tableta de doce aspirinas. Solo hasta que estuvimos hidratadas y con seis analgésicos en el estómago, fuimos capaces de comer los huevos revueltos y el pan, después de un poquito de caldo con mucho cilantro.—No vayan a comer mucho, o estarán vomitando en unos minutos —dijo cuando repasó el estado en el que estábamos. Se sentó a la mesa, con nosotras. Ella sí estaba como si hubiera dormido doce horas, arropada y mecida en una cuna gigante—. Ahora sí, ¿cómo les fue?Solo le dijimos que estuvimos bailando un poco, con un grupo de chicos de nuestra edad, pero que
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