Al final de la tarde recuperé mi vieja habitación, en el ala Este de la mansión. Mis afiches de Ozzy, Alice Cooper, Bon Jovi, Guns´n Roses y otras bandas de rock estaban donde los había dejado, al igual que algunos de los peluches y muñecos de mi infancia tardía, que se habían salvado de la última purga que realicé, unos meses antes de irme al internado. Salté encima de la cama, sobre mi viejo colchón y, al recostarme, encontré la horma perfecta de mi cuerpo, de cuando tenía doce años, pero, aún así, resultaba mucho más cómodo que el colchón que intentaba engullirme mientras dormía. Esculcando en el closet, encontré el viejo MP3, mi primer reproductor de música y en el que, desde los siete años, empecé a escuchar las bandas rock
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