Para ese punto, Victoria no sabía qué estaba pasando con su prometido. Se había comunicado también a la empresa, pero su secretaria no supo darle razón de él. —El día de ayer pidió que cancelara todas sus reuniones, parecía estar sufriendo de algún tipo de jaqueca—le contó la mujer. —Mmm, gracias, Eloísa. Si se presenta en el transcurso del día, infórmame, por favor. —Por supuesto, señorita Victoria. Luego de aquella llamada que la dejo mucho más ansiosa, la castaña se preparó para asistir a la universidad. Por más que aquel asunto le inquietara, no podía detener su mundo de esa forma. Sin embargo, Victoria no se esperaba que al salir de la casa de su abuela, un Maserati rojo estuviese estacionado en la entrada del lugar. La mujer miró el auto con ojos entrecerrados, Massimo no ocupaba un auto tan llamativo, tal vez esa persona estaba esperando a algún vecino, concluyó ignorándolo. Para sorpresa de la castaña, el auto hizo sonar su bocina en cuanto sus pies pisaron la acera. Aquell
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