No olviden decirme si les está gustando la historia, gracias!!
Nadia era una mujer llena de frialdad, luego de que su futura nuera se marchara, siguió degustando de una copa de champán en el cómodo asiento de aquel restaurante. Su hija Karla llamó a su teléfono, puesto que le había parecido muy sospechosa la actitud de su madre en esa mañana. —Mamá, ¿dónde estás?—Resolviendo unos asuntos, pequeña hija—explicó la rubia detallando el diseño de sus uñas postizas. —¿Y esos asuntos tienen que ver con la fulana Victoria? —Puede ser—decidió no aclarar ni negar nada. —Mamá, por favor, no te metas en problemas. Recuerda que Massimo puede ser muy temperamental cuando lo provocan. —Tarde, querida. Ciertamente, Nadia no tenía temor a las consecuencias, para ella ofrecerle dinero a aquella oportunista había sido lo correcto. De todas formas, era su responsabilidad proteger el patrimonio de su familia. Karla suspiró, consciente de lo impulsiva que podría llegar a ser su madre en estos casos. Si Anneliese Russo se había salvado de aquella intensidad, e
«¿Cómo decirle a Victoria que debían firmar un acuerdo prenupcial?», aquella era una pregunta que no había abandonado la mente de Massimo en la última hora.Victoria había recogido los platos de la mesa luego de cenar, y se encontraba en ese justo momento en el fregadero lavando la vajilla; mientras tanto, su acompañante no dejaba de ver su pequeña silueta. El cabello de la mujer caía por su espalda como una encantadora cascada, lo tenía largo, y su tono castaño combinaba perfectamente con la dulzura de su piel aterciopelada.«Es tan hermosa» pensó Massimo. Odiaba la idea de arruinar esa complicidad que tanto les había costado alcanzar. Su prometida seguramente se enfadaría ante lo que tenía para decirle, lo miraría mal y le diría un sinfín de cosas desagradables. Solamente esperaba que, luego de su enojo, pudiese entender sus razones y que no lo hacía por desconfianza, de hecho, no existía una persona en el mundo en la que pudiese confiar más.—Bien, ya cenamos y la comida estuvo rea
Gerónimo se encontraba estacionado al frente de la universidad de Victoria.—¡Victoria!—la llamo al divisarla salir en compañía de otra persona.—Nos vemos mañana, Lilian—se despidió la castaña con un beso en la mejilla de su compañera de clases.Mientras caminaba en dirección al automóvil, Victoria no dejaba de pensar en lo mucho que aquella situación podría malinterpretarse. Ella estaba comprometida con un hombre y, sin embargo, venía uno distinto a recogerla.—No me avistaste que vendrías, Gerónimo—dijo al subirse al vehículo.—No me quedo más remedio, Victoria—le hizo saber el hombre con cierto tono de reproche—. ¿Por qué no atendías mis llamadas?Ciertamente, Gerónimo sentía que Victoria lo estaba evitando, cosa que, lo tenía muy disgustado.—He estado un poco ocupada—contestó Victoria notando aquel descontento en su voz—. Ya sabes: está la universidad, el asunto de la boda, son muchas cosas.—¿Estás segura de que es solamente eso?—Claro, ¿qué más podría ser?—lo miro cautelosa,
Los meses transcurrieron rápidamente, ya estaba todo casi listo para la flamante boda.—Dentro de un mes, Victoria—le sonrió Massimo a su prometida.La castaña en su interior se sentía muy emocionada. A pesar de que era una boda que ocultaba muchas mentiras, ella no podía evitar sentirse feliz.La madre de Massimo, Nadia, no había vuelto a inmiscuirse en ninguna de las decisiones de su hijo. Después de todo el hombre había cumplido con su petición, el acuerdo prenupcial estaba en marcha, aunque aún no habían firmado el dichoso documento. Ese día, en particular, estaban eligiendo la casa que ocuparían en su vida matrimonial. Victoria había insistido en que podían quedarse a vivir en el departamento de Massimo, sin embargo, el hombre se negó rotundamente.—Quiero una casa con un gran jardín—había dicho él.—¿Un jardín? No sabía que te gustaban tanto las flores—se burló Victoria.Pero Massimo ocultaba una razón más importante, que su supuesto gusto por las flores. Él sabía lo que quería
—Con este contrato prenupcial, los bienes de ambos contrayentes se repartirán de forma individual en el caso de un divorcio. Esto quiere decir que cada uno de los futuros esposos, podrá quedarse con lo que tiene o adquiera durante el matrimonio, sin tener que ceder su mitad al otro. Victoria asintió en respuesta. El abogado desde que había llegado no dejaba de clavar sus oscuros ojos sobre ella, claro, no era un secreto para nadie, que no poseía ni un centavo en su cuenta bancaria. Por eso, ese hombre de la ley estaba más interesado en resguardar los intereses de su contratante, porque era él, quien tenía las de perder en el caso de divorciarse. «¿Qué estás haciendo?», se reprendió la mujer, ya ni siquiera tenía como excusa el tema del dinero como motivo para casarse. Había ocultado aquella información tan relevante a Gerónimo, para no verse en vuelta en su juicio silencioso. Seguramente, Gerónimo le diría que debió negarse a dicho acuerdo, que debió cancelar la boda y presionar par
Herminia miraba a su nieta con tristeza, mientras era preparada para la ceremonia matrimonial. El vestido que lucía era exquisito, de un blanco inmaculado, con corte de princesa; el maquillaje estaba a cargo de una profesional, que se había encargado de dar un toque natural. Se veía realmente bella, perfecta… pero, esa perfección no era real. “No todo lo que brilla es oro. No toda felicidad es genuina…” Y aunque podía admirar a su nieta sonreír frente al espejo, sabía que en su interior algo se estaba quebrando, algo dolía. En su mirada, la tristeza se colaba como una sombra silenciosa que la perseguía, era inevitable no verlo cuando sus ojos siempre habían sido tan expresivos. —¿Pueden darnos un momento?—se atrevió la anciana a preguntar. Las encargadas de los últimos arreglos, asintieron antes de marcharse de la habitación. —¿Qué ocurre, abuela?—se interesó Victoria cuando estuvieron finalmente solas. —Sé que no estás feliz, hija, puedo verlo en tus ojos—comenzó la mujer miránd
"Ya lo sé todo" —¿Q-qué sabes?La voz de la mujer tembló, mientras su esposo no dejaba de mirarla con aquella repulsión bañando sus orbes.La pareja de recién casados se encontraba en un lugar apartado de la recepción de la boda. Era una habitación pequeña dónde se guardaban artículos de limpieza, entre otras cosas.—Creíste que era un idiota, ¿no es así? ¿Creíste que podrías jugar conmigo y engañarme?—Massimo bufó—. Claro, supongo que saber que tuve una exesposa que lo hizo, te dio las alas suficientes para pensar que me dejaría contigo. Lamentó tener que romper tu burbuja de ilusión, pero ya aprendí la lección y no volveré a caer por una vulgar arribista como tú. —Massimo, no sé qué es lo que sabes, pero estás equivocado. Las cosas no son así, yo no…—¿Tú no qué, Victoria? No eres más que otra mujerzuela con la que tuve la desdicha de tropezarme, pero créeme, te demostraré que no puedes burlarte de mí tan fácilmente—la tomó fuertemente del brazo—. ¿Querías jugar, no es así? ¡Enton
Victoria se sentía muy incómoda con aquel enorme vestido puesto. No había tenido tiempo de cambiarse, Massimo parecía ansioso de llevarla a aquel sitio. «Su luna de miel», pensó la mujer con ironía, dudaba de que aquello tuviese algo de agradable, podía prácticamente percibir el aura corrosiva que desprendía el hombre a su lado.Ya los podía imaginar discutiendo por horas, sobre quien le había hecho más daño a quien. Massimo tenía sus razones para estar dolido, pero después de todo había sido él el que comenzó con este juego de dolor infligido.Repentinamente, el auto se estacionó, dejando a Victoria sorprendida. Aquella era la casa que habían comprado hacía un mes. «¿No se suponía que irían a algún destino turístico?», se extrañó la mujer, al ver que Massimo se baja del vehículo sin siquiera mirarla.—Bueno, supongo que esto es mejor—se dijo a sí misma, mientras imitaba la acción de su esposo. Solamente podía pensar en recostarse en la cama, se sentía verdaderamente cansada.Mientras