—Vamos, te llevaré a casa. Una vez terminados los cafés, Gerónimo se ofreció a llevar a la castaña a su morada. El camino de regreso, estuvo plagado de un silencio incómodo. Victoria no dejaba de mirar por la ventanilla y de preguntarse: ¿qué era eso que ocultaba Gerónimo? Por su parte, Gerónimo se sentía prácticamente descubierto. Era obvio que él no se había acercado a ella, por una razón desinteresada. Sin embargo, tampoco lo hacía con el afán de perjudicarla, todo lo contrario, era consciente de que con el matrimonio, Victoria sería la que más saldría ganando. Casarse con un hombre rico era la mejor decisión que una mujer podía tomar, al menos desde su parecer. Pero él no pretendía que esa unión durara mucho, no. Gerónimo tenía otros planes, y esos planes, incluían a Victoria. Después de encargarse de destruir a Massimo, él se quedaría con la castaña. Por primera vez, las cosas serían diferentes. Porque si, siempre era Massimo, el que se quedaba con lo que él quería, entonces es
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