Chiara: En algún momento durante el recorrido de mi empresa a la mansión Sanpier, debí quedarme dormida. Porque comencé a soñar, mejor dicho a tener pesadillas, con ese viejo decrépito otra vez. En mi sueño, yo estaba acostada sobre la camilla del salón de partos, me sentía débil y no lograba moverme, mientras que él gritaba y me escupía. Parecía más un oso rabioso que un ser humano. De pronto, sacó un bulto de documentos, las páginas ardían en su mano, y las arrojó sobre mí.Prendiéndome en un fuego devastador que carcomía mi ser y me devoraba. Corrí. Asustada, adolorida, inclusive los que me veían pasar se prendían en fuego también. Hasta que el hospital entero ardía en llamas. Y luego, logré salir de aquel lugar maldito, esperando ver los rayos del sol, pero me rodeó la más fría y profunda oscuridad. Me quedé allí, llorando mis penas, ahogada en mi propia soledad, en mi ardiente dolor, hasta que un sonido extraño llegó a mí. Era el llanto de un bebé... Lo busqué, como b
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