Era un día soleado y muy caluroso, Héctor había olvidado dejar uno de los balones en su lugar.Así que, mientras perezosamente caminaba para regresarlo, de alguna manera comenzó a sentir algo muy extraño a su alrededor. Su cuerpo se tensó y, por alguna razón, su miembro se despertó al instante.Estaba muy desorientado y, sin embargo, comenzó a buscar la fragancia que lo llamaba a gritos. En un punto muy alejado de los salones, algo que parecía ser una bola de carne, se encontraba retorciéndose y encogiéndose desesperado. Sus lágrimas caían y se veía lleno de impotencia y ansiedad mientras se mordía los labios. Héctor completamente fuera de sí, se abalanzó sobre él, de una manera urgida, cruel e insaciable.Lo peor de todo había sido que el joven a pesar de sentir un dolor desgarrador, sentía como su cuerpo ardía y rogaba por más mientras más violento era su victimario. Odiaba y amaba esa sensación, todo el proceso fue terrible, doloroso y angustiante para su mente, no obstante, su cue
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