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NARRA BERENICE ¿Cómo entender a esas mujeres que se pasan horas y horas dentro de un centro comercial y probándose cada prenda que encontrasen? Definitivamente esa vida no era para mí, pero ya saben con personitas como Farrah y Rosario, quedarse en casa junto a Emerson y Dante era imposible. —¿Qué te parece éste Berenice? —Yo creo que le va a quedar hermoso el naranja pastel, va a marcar la palidez de su piel —respondió mi muy gran hermana por mí. —Farrah, ya sabes que yo estoy en tus manos, la verdad es que no tengo la menor idea de que colores van conmigo —expliqué encogiéndome de hombros. —Muy bien, deben estar hermosas. Serán mis damas de honor —Farrah nos dio esa noticia con una hermosa sonrisa. Tanto Rose como yo la miramos asombradas, esta era una maravillosa noticia. —¡Gracias! —exclamamos al unísono y fuimos a abrazarla fuertemente. —No sé porque se sorprenden tanto, si no hubiera sido por ustedes, Gabriel y yo seguiríamos separados. —De verdad que estaban ciegos, lo
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La convivencia con Emerson, era realmente cómoda, las necesidades de la casa nos las dividíamos con Veronica, me parecía justo. No iba a dejar que ella realizara todo el trabajo cuando yo también tenía dos manos para ayudarla. Mi hora preferida era la cena, donde yo me ocupaba de cocinar y estábamos todos juntos en la mesa del comedor. Dante era infinitamente feliz con nuestra nueva vida, sonreía mucho más de lo que hacía antes y estaba más que contento en tener un papá, por fin. Habíamos decidido dejarlo en el maternal solo en la mañana, a la tarde Veronica se encargaba de recogerlo y cuidarlo por la tarde, mientras nosotros cumplíamos con nuestro trabajo. Poder hacer eso me dejaba más tranquila y feliz, por fin podía darle la vida que siempre soñé para mi pequeño. En la empresa las cosas eran un poco más difíciles, no habíamos hecho pública nuestra relación, pero era sabido que la “secretaria se estaba enrollando con el jefe”. Con esos comentarios que llegaron a mis oídos, gracias
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NARRA EMERSON «Te amo, te amo, te amo». Al fin había dicho esas palabras. Días enteros soñando con este momento y ya había llegado. «Te amo Emerson, lo hago con cada célula de mi cuerpo.» Mi única reacción a esas dos hermosas palabras fue elevar a mi ángel por el aire y comenzar a girar junto a ella. En mi corazón no cabía la felicidad que sentía. —Te amo, te amo, te amo —dije una y otra vez cesando las vueltas para poder repartirle besos por todo el rostro—. Dímelo de vuelta, por favor. —No necesitas pedirlo —respondió con una sonrisa en sus labios, tomó con ambas manos mi rostro—. Te amo. —Pellízcame, creo que estoy soñando. —No seas ridículo, yo tendría que ser la sorprendida por amarme, no tú —dijo girando los ojos. —¿Estás loca? —Pregunté escéptico—. ¿Cuántas veces tengo que decirte que tú fuiste la que me devolvió a la vida? —Vamos Emerson, podrías tener a cualquier mujer, aún no entiendo porque la suertuda soy yo. —Pensé que la inseguridad había pasado. ¿Qué tengo qu
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NARRA BERENICE Pensar que esas dos palabras podrían haber hecho feliz mucho antes a Emerson. Ahora que di ese paso, me sentía feliz por mí misma. El saber que el también me amaba, me hacía sentir eufórica, poderosa pero por sobre todo, feliz… por poder corresponderle con la misma o mayor intensidad. —Mamita, papi jamás nos abandonadá ¿Vedad? —preguntó un adormilado Dante. —No cariño, el jamás se irá de nuestro lado —respondí acariciándole su frentecita. —Me gustó el cuento que me leíste. Buenas noches —dijo y, tras unos minutos, se quedó profundamente dormido. Cuando me aseguré que mi pequeño se había ido al mundo de los sueños, apagué la luz, dejando solamente prendida la suave luz de la lámpara de noche. Cerré la puerta y me dirigí hasta la sala en donde Veronica y Emerson charlaban tranquilamente. —¿Se durmió Dante? —preguntó Emerson pasando sus brazos por mis hombros cuando me senté a su lado. —Pacífica y profundamente —respondí dejando caer mi cabeza entre su hombro y cuel
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Jadeando en busca de aire para lograr tranquilizar mi cuerpo de las sensaciones anteriores, sentí como Emerson me penetraba fuertemente de una sola y certera estocada. Gemí fuertemente y puse los ojos en blanco, mi cuerpo estaba muy sensible del asalto anterior, y por eso las sensaciones las disfrutaba el doble. —Tan mojada y estrecha… —dijo Emerson entre estocada y estocada. En la habitación solo se escuchaban nuestros gemidos, las maldiciones de Emerson y el choque de nuestras caderas al encontrarse. Me tomó fuertemente de las caderas y comenzó a penetrarme más rápidamente. En mi débil cuerpo se comenzaba a formar nuevamente el nudo en mi bajo vientre. No me faltaba mucho para volver a llegar. Tomé en mis puños la sábana y cerré fuertemente los ojos. —Más… rápido… Emerson… —pedí entre gemidos—. No aguanto… ¡E-Date! —Eso es nena… déjate ir… dámelo… —pidió entrando y saliendo de mi como un loco. Las sensaciones en mi cuerpo cada vez eran más intensas y sin poder prolongar más e
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NARRA EMERSON Habían pasado unas dos horas y aún no teníamos noticias. Berenice estaba muy nerviosa y la comprendía. Estaban en juego dos vidas. Aunque no debíamos ser pesimistas, el miedo estaba latente. —¿Cuánto más tardarán? —preguntó por enésima vez mi novia. —No lo sé, cariño —contesté llevando a mi boca al cuarto vaso de café de la madrugada —o mañana mejor dicho—. Iré a llamar a Michael —avisé y asintió. Marqué el número de mi tío y, una vez que me comuniqué con él, le avisé que me iba a ausentar en la empresa al menos a la mañana; por la tarde tendría que ir, ya que debía arreglar el asunto con Eleazar y necesitaba hacerlo personalmente. Michael, tan comprensible como siempre, no tuvo ninguna objeción y deseó la mejor de la suerte para la Rosario y su bebé en camino. Una vez que terminé la breve llamada, volví junto a mi ángel, sentándome al lado de ella tomándola de su cintura, rápidamente colocó su cabeza en mi hombro. Estuvimos en la misma posición unos quince minutos
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NARRA BERENICE —Eres una pequeñita muy hermosa —dije mirando embelesada a mi sobrina. —Nos dio un buen susto —respondió mi hermana totalmente adolorida. La verdad que sí, pero ya los momentos de angustia habían pasado. Ahora todo el esfuerzo que hizo mi hermana mayor le dio sus frutos. La bebé era hermosa, tenía una mata de cabello un poco más claro que el de Rosario, aún sus ojitos de deslumbraban grises, pero quizá… solo quizá había heredado los ojos azules de su padre. —¿Aún no saben cómo se llamará? —pregunté, me dio una sonrisa brillante. —A decir verdad ya tiene nombre, pero quiero que Ernest te lo diga; él me lo pidió —contestó, yo sonreí y sentí como mi sobrina se revolvía en mis brazos. —Creo que tiene hambre —avisé y le entregue a la pequeña criatura. Rosario dejó al descubierto un pecho y la bebé comenzó a succionar su alimento. Al ver esa imagen tan hermosa, me hizo volver el tiempo unos tres años atrás. Cuando la situación era al revés. Yo estaba dando de amantar a
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NARRA BERENICE¿Estás bien, cielo? – preguntó la dulce voz de mi novio.Si – conteste automáticamente tratando de ocultar mi nerviosismo. – iré a ducharme, termina tu merienda Dante – hable a mi hijo y mire a Veronica - ¿Puedes ocuparte de terminar la cena, Veronica?Claro mi niña – contesto mirándome preocupada, pero sin preguntar nada –por suerte-. Asentí y fui casi corriendo a la habitación que compartía con Emerson.Entre jadeando en busca de aire y cerré el pestillo de la puerta. Deje el sobre encima de la mesa de luz y me tire a la cama, mirando sin mirar al techo.La cabeza me daba vueltas en busca de una respuesta. Algo en mi interior no quería leer esa dichosa carta, pero necesitaba hacerlo. Mantuve mí mirada fija en ese sobre fucsia, queriendo que desapareciera, y aun no entendía por qué. No debía ser nada fuera de lo común, quizá era un sobre de Jessica invitando a Dante a su casa.Sacudí la cabeza.¿Qué estoy diciendo? Ya estábamos en la época de los celulares, si ella que
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Shh… ya pasara mi ángel. Yo estoy aquí. – murmuro besando mi frente. Te amo – dije y estampe mis labios necesitándolo. Lo bese con fiereza, con toda la fuerza que encontré en mí. Emerson estuvo sorprendido de mi apasionado beso, pero me lo devolvió de igual manera. Sin que él se lo espere, corte el beso bruscamente. Me levante y coloque –nuevamente- el pestillo de la puerta. Dedicándole una sonrisa, me volví hacia él, sentándome en su regazo, acomodando una pierna a cada lado de su cadera. Me miro con sus ojos totalmente nublados de lujuria y tomo mi nuca llevándome nuevamente hacia su ansiosa boca. Nuestras bocas comenzaron a moverse en una perfecta sincronía. Jamás iba a cansarme de besarlo, podría estar haciéndolo todo el santo día. Él era el hombre que amaba, que hizo que volviera a amar y volver a creer en el amor, otra vez. El doloroso pasado, quedaba allí, en el pasado –al menos por el momento-. Emerson era mi presente, y quería estar todo un futuro con él, lucharía contra
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NARRA EMERSON ¿Entonces los firmó? – le pregunte a J. Jenks. Si, al fin lo hizo. Pero no me fio de él, señor Harker – dijo mi abogado preocupado. Tengo las pruebas para mandarlo preso, Jason. Lo sé Emerson. Pero debemos ser prudentes – contesto llevándose el café a su boca. – él es consciente que algo poderoso tienes en tus manos. Debes guardar esos documentos bajo siete llaves. Eleazar no es idiota, acuérdate que esta donde esta a cuesta de los demás, nunca lo hizo por merito propio – explico. ¡Es un hijo de puta! – exclame dando un golpe al escritorio. – no voy a permitir que siga haciendo de las suyas. Debe pagar cada cosa que hizo. Estamos de acuerdo en eso. Pero tenemos que pensar fríamente en los movimientos. Es una persona peligrosa y no se mueve solo, saber jugar muy bien sus fichas. ¿Has hablado con Peter? – pregunte serio. Por supuesto, empezara a profundizar la investigación. ¿Estás seguro de lo que vas a hacer? La imagen de mi padre está en juego. Siento que si lo
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