El séquito de Alfa Drago avanzó, retirándose del territorio de Alfa Caleb. El joven Alfa sentía como parte de él le había sido arrebatado; pero no podía expresarlo: Él era un Alfa, y cosas como la debilidad o el amor, estaban vetadas para él. Un Alfa jamás puede mostrar debilidad y finalmente, hizo lo que cualquier Alfa habría hecho, priorizar a su manada, antes que a su pareja. Sin embargo, él y su lobo sabían, que la ausencia de Namar jamás podría ser llenada por ninguna otra loba en su vida, aunque fuese por poco tiempo, él tuvo la fortuna de experimentar el amor de su pareja dada por la diosa de la Luna, un “lujo”, que ningún Alfa podía darse. Lidiando con esta derrota silenciosa, Alfa Caleb volvió a su manada; mientras que Alfa Drago, regresó a su manada, con una sonrisa triunfal, sabiendo que, no solo había conseguido su botín, sino que también, había logrado dañar nuevamente la fortaleza de su enemigo. - ¡Guardias! - gritó, cuando ya no se lograba divisar ningún lobo rival a
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