FrancoLlegué a casa y esperé más de una hora a que Camila llegara, estuve atento a que llamara en cualquier momento para que fueran a buscarla, pero el tiempo pasaba y no lo hacía.—Señor, ¿quiere algo más? ¿quedó con hambre?—No, Daila. Muchas gracias, pero estoy bien.—Oh, creí que se había quedado en el comedor porque tenía hambre.—No, pero sabe, si quiero una taza de té.—Si, señor.Daila va para la cocina, pero la detengo por algo más fuerte, no quiero dormir.—Daila, espere. Mejor me prepara un café bien cargado.—¿Café? ¿ahora?Es raro que lo pida, porque ella sabe que me afecta el sueño.—Si, es que trabajaré hasta tarde y bueno, ya sabe como me pongo.El café no demoró más de un par de minutos, me tomé una sola taza con calma; pero al ver que el tiempo seguía, pedí una más.Miré el reloj y ya eran más de las nueve de la noche, estaba considerando en salir e ir por Camila, me preocupa que le haya pasado algo, digo, no es que me importe; pero sabiendo como es, lo mejor es ten
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