Abrí los ojos pasmada, inmóvil ante aquella palabra tan grotesca.Él se regocijó ante mi reacción y sonrió anchamente.—¿No tienes algo que decir?Su aliento me acarició la cara, se relamió los labios, al tiempo que acortaba el espacio y me besaba con fuerza, con avidez su lengua se abrió paso a la mía.Me turbé, no supe cómo reaccionar ante ello, un extraño calor me embargó, era una sensación que había olvidado desde hace mucho y para mi fuerte estupor, cedí ante la imponencia de aquel desconocido que devoraba mi boca, con hambre hábil, sabía a alcohol y olía a perdición, un poco de vainilla y madera que me hicieron apretar las piernas, había algo dulce en su aroma que hacía marearme aún más. Cerré los ojos y llevé mis manos hasta su pecho ya desnudo, atraída como una posesa por su embriagante aroma. Dejó mis labios con un gruñido y viajó hasta mi cuello, mordiéndome, bajó sus manos hasta las solapas de mi vestido y lo subió casi de un tirón hasta mi cintura, la cabeza me
Leer más