Umara:—Acércate, florecita.En cuanto Cítiê no estuvo presente su voz se tornó ronca, melosa, grave, sin embargo comprimí mis labios y permanecí justo donde estaba.Le escuché gruñir y luego soltar una carcajada.—Eres tan desobediente y problemática, el pueblo hizo bien en creer que eres la reencarnación de nuestra diosa guerrera. Me ha complacido enormemente tu esfuerzo en entrenar con las demás Lunas, me enorgullece ver lo mucho que han aprendido a controlar sus dones.Guardo silencio.—Desde el primer momento en que te vi, supe que serías una espina en mi costado…tan altanera y orgullosa, pero a la vez tan frágil…Había evitado mirarle directamente, manteniéndole fuera de mi campo de visión, pero, evidentemente impaciente y avanzando a grandes zancadas, se posicionó justo frente a mí. Mantuve mi mirada fija en el suelo y la cabeza gacha.—¿Tanto has llegado a odiarme, florecita, que ni siquiera te muestras rebelde como antaño? Antes, me desafiabas manteniendo tu frente en alto, a
Leer más