CAPÍTULO CIENTO VEINTISIETEEn tanto, Emily cuando se bajó del vehículo y estuvo frente a la casa de lujo, no pudo evitar preguntarse si la casa de Daphne era igual, que por un breve instante se sintió como si ella fuera la otra, la intrusa que venía a romper algo que ya estaba roto, pero no dijo nada, sino que selló sus labios tragándose cada uno de los malestares que le provocaba pisar la ciudad de Sídney.Aiden se detuvo en la entrada de la puerta y la miró por sobre el hombro a Emily. Notó en ella aquella incomodidad que se reflejaba en sus facciones delicadas, pero sabía que no tenía ningún derecho a preguntarle que le pasaba, porque si lo hacía, él recibiría solo indiferencia por parte de Emily.—¿No vendrás? —optó por decir Aiden alzando una de sus cejas.—¡Si mami! —chilló Ada emocionada, que seguía en los brazos de su papá—. ¡Ven con nosotos!Emily tragó saliva, y Elian que estaba al lado de su madre, miró todo con atención, hasta que algo nubló su razón emocionándolo.El peq
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