CAPÍTULO CIENTO DIECISIETELa avioneta blanca con franjas rojas estaba parqueada en el único aeropuerto de la isla Sylt.El joven empresario la noche anterior, cuando llegó a la cabaña del Señor Schneider, coordinó y pagó, junto a Alex y a su asistente, su viaje para que le compraran los cuatro pasajes de primera clase, ya que la avioneta solo los llevaba al aeropuerto de Berlín y de ahí tenían que subirse a un nuevo avión, para volar hacia Sídney, Australia. Sería un viaje largo, pero al menos Aiden se sentía contento de que pudiera estar con los mellizos y con Em. Sin embargo, ese entusiasmo mermó cuando su ex mujer y sus hijos ya llevaban diez minutos de retraso. Miró el reloj de muñeca que llevaba y movió su pierna derecha en un claro estado de nerviosismo.«Emily no me puede hacer esto» pensó, pero luego soltó una maldición entre dientes al mismo tiempo que se ajustó el abrigo negro que usaba, ya que un frío viento sopló a su alrededor.«¿Y si me deja plantado?» volvio a pensar
Leer más