CAPÍTULO CIENTO ONCE—Sin trabajo, sin casa y con pocos ahorros… —cuestionó Aiden a su ex mujer—. ¿Qué harás Emily? ¿Qué le darás a los mellizos? ¿migajas y harapos? ¿Ese es el futuro que quieres para ellos?Emily apretó sus puños a cada costado de su cuerpo y se mordió el labio con mucha fuerza que pudo saborear en la punta de su lengua su propia sangre. Lo miró dolida y decepcionada, era como si su ex marido le pegara una patada en el centro de su estómago sin ningún tipo de remordimiento.Aiden notó cruzar aquel malestar, que se arrepintió de inmediato.—Em lo siento, es que yo… —dijo Aiden e intentó acercarse a ella, pero Emily no se pudo contener más, que levantó su palma y lo abofeteó en el rostro silenciándolo de inmediato.La mejilla del joven quedo roja y pulsátil, pero él solo pudo morderse la punta de su lengua.—Sigues igual que siempre —espetó Em con un nudo en la garganta y lo empujó del pecho, pero Aiden no se movió ni un centímetro—. Pensé que habías cambiado, pero nue
CAPÍTULO CIENTO DOCEEmily dudó, pero después de unos pares de minutos de pensarlo, tomó el documento para leerlo.Desdobló aquel papel y vio lo que era: un examen de ADN de paternidad en donde Aiden y Nate comparaban los patrones genéticos para determinar la relación filial legitima de si de verdad fue Aiden quien procreó, pero esta tan solo tenía un porcentaje muy bajo, lo que significaba que eran parientes, más no el padre biológico de Nate.—Contigo…—dijo Aiden y carraspeó. Emily alzó su rostro y lo contempló a los ojos verdes vidriosos—. Estuvimos intentándolo más de un año y medio. Nunca funcionó naturalmente y si no fuera por ti Emily, por todo lo que hiciste y por todo lo que luchaste por nosotros, yo nunca hubiera sido padre.La joven tragó saliva y se mordió el labio con fuerza. Volvió a bajar su vista hacia el documento y un sentimiento de angustia recorrió cada fibra de su ser. De nuevo estaba entre hacer lo que quería o optar por lo que debía.Sus sentimientos eran una lu
CAPÍTULO CIENTO TRECE—Ten —ordenó Aiden y estiró su brazo sosteniendo el documento entre sus dedos—. Quiero que lo veas por ti misma.Aquel documento demostraba que en la sangre de Aiden había una gran cantidad de Ketamina, una droga de sumisión que tenía un efecto depresor y alucinógeno en sus acciones. Para Emily las fechas coincidían, pero aun así no sentía que era una justificación. Lo que ella había visto era más que suficiente.—Quizás si tuve sexo con ella, pero no fue por mi voluntad —se excusó Aiden realmente angustiado, ya que movía las manos y trataba de hacerle entender a su ex mujer que a pesar de ser un imbécil, él también había sido un peón en el juego de Lucca y Daphne —. Esa noche cuando vi las fotos tuyas con Lucca besándose y cuando mi madre y mi hermano confirmaron que eran verdaderas… enloquecí Em y me fui a mi departamento creyendo lo peor de ti… Y sé que ese fue mi error, porque debí buscarte y preguntarte a ti, pero no lo hice y luego todo empeoro.—Porque tuv
CAPÍTULO CIENTO CATORCEAiden se quedó en medio de la puerta cuando saco el teléfono y se lo puso en la oreja. Emily se cruzó de brazos, sin embargo, eso duro nada, porque la lluvia llegó más luego de lo que esperaban.Un aguacero cayó empapando a Em, que tuvo que empujar del pecho a Aiden para entrar a la casona. Ella cerró la puerta y se fue hasta la sala de estar, en donde la chimenea había sido prendida por Adele, que ya estaba en su habitación.El fuego destelló en los ojos negros de Emily, que por un segundo se perdió en el fulgor que también calentaba su piel. Luego observó a los mellizos que se habían quedado dormidos en la alfombra de color rojo junto a sus juguetes.Ada abrazaba un oso de peluche y Elian estaba de estómago sosteniendo sus legos. Ambos dormían plácidamente.—¿Que sucedió Alex? ¿Por qué me llamas a estas horas? —preguntó Aiden con voz ronca, cuando contestó la llamada de Alex, mientras seguía a Emily hasta la sala de estar.También su vista se perdió en los me
CAPÍTULO CIENTO QUINCEEmily sacó una maleta roja del armario y la puso en la cama. No dejaba de morderse el labio con fuerza, ya que ella no quería llorar, pero la impotencia y rabia que sentía, la superaba en todos los sentidos.—No quería escuchar, pero estuve cuidando a los niños hasta que se durmieron y… —Adele se excusó sin saber cómo continuar. Entró por la puerta y luego la cerró a sus espaldas. Vio a su amiga como doblaba algunas prendas de ella y la guardaba en la maleta.—No pasa nada —Emily le resto la importancia que tenía para ella misma—. Iré por unos días y volveré.—¿Estás segura? —preguntó Adele y se sentó en la cama de Emily apoyando sus palmas en sus rodillas desnudas, ya que solo llevaba un short y una playera ancha—. Es tu hermana, pero también ha sido la peor enemiga que has podido tener.—No lo hago por ella —contestó Em—. Lo hago por su hijo.—¿Y sabes de quien es ese crio?Emily sacudió la cabeza y se sentó al lado de su amiga. Un débil suspiro salió de sus l
CAPÍTULO CIENTO DIECISÉISAdele caminó por los pasillos de la casona hasta la sala de estar, buscando a Aiden, pero no lo encontró por ningún lugar. Arrugó sus cejas y vio que los mellizos ya no estaban sobre la alfombra, por lo que se dirigió a la habitación de los mellizos.La alemana detuvo sus pasos cuando llegó al umbral de la puerta y vio que Ada ya estaba con su pijama y acomodada en su cama durmiendo con su oso de peluche y Elián también estaba en su cama durmiendo con la boca abierta, en tanto Aiden estaba sentado en la cama de este último, a quien miraba con adoración.Una vez que Emily se fue a su habitación a empacar su ropa, supo que Adele iría hablar con ella, por lo que Aiden no desaprovecho el tiempo de ser papá y había decidido llevar a los mellizos a la habitación.Los cargo uno a uno, les cambio de ropa poniéndole sus pijamas y los dejó en sus camas con sumo cuidado tratando de que no se despertaran, si no armarían un escándalo. Luego se sentó en la cama de Elian y
CAPÍTULO CIENTO DIECISIETELa avioneta blanca con franjas rojas estaba parqueada en el único aeropuerto de la isla Sylt.El joven empresario la noche anterior, cuando llegó a la cabaña del Señor Schneider, coordinó y pagó, junto a Alex y a su asistente, su viaje para que le compraran los cuatro pasajes de primera clase, ya que la avioneta solo los llevaba al aeropuerto de Berlín y de ahí tenían que subirse a un nuevo avión, para volar hacia Sídney, Australia. Sería un viaje largo, pero al menos Aiden se sentía contento de que pudiera estar con los mellizos y con Em. Sin embargo, ese entusiasmo mermó cuando su ex mujer y sus hijos ya llevaban diez minutos de retraso. Miró el reloj de muñeca que llevaba y movió su pierna derecha en un claro estado de nerviosismo.«Emily no me puede hacer esto» pensó, pero luego soltó una maldición entre dientes al mismo tiempo que se ajustó el abrigo negro que usaba, ya que un frío viento sopló a su alrededor.«¿Y si me deja plantado?» volvio a pensar
CAPÍTULO CIENTO DIECIOCHOCuatro horas después, la avioneta aterrizó en uno de los aeropuertos más alejados de Berlín.Emily desabrochó el cinturón de Elian y lo cargo en sus brazos, ya que el pequeño niño se había quedado dormido, nada comparado a su hermana que no se cansaba de hablar ni de asombrarse por todo lo que veía.Aiden le sostuvo la manito a Ada y también se las arregló para llevar las maletas de él y de los niños.—La camioneta nos está esperando —avisó Aiden al mismo tiempo que bajaba la escalera, ella tan solo asintió.Emily tenía un nudo en el estómago, pero no quería demostrar nerviosismo ni debilidad, volver a Australia significaba volver a toparse con sus demonios, pero era algo que estaba decidida a enfrentar.Los cuatro se subieron a una camioneta blanca y Aiden le habló en alemán al chofer dándole algunas indicaciones que Emily entendió a grandes rasgos. Ella frunció el ceño y no pudo cerrar su boca.—Se supone que tenemos que tomar un vuelo a Sídney —recordó con