Narra Alondra FerreyraÍbamos de camino a casa de David en el auto de Carmen con Javy acompañándonos. Me sentía muy mal, tanto física como mentalmente, mi debilidad era notable y el dolor y ardor en la espalda era insoportable, no me podía sentar bien en el auto, pues la espalda no la podía recostar en el asiento. En todo el trayecto, David me abrazó, me besó, y me estuvo consolando todo el tiempo que tardamos en llegar a su casa.– ¿Te duele mucho, mi amor?–Sí, siento la piel caliente y me arde.–En cuanto lleguemos, te acuestas enseguida, espero que te duermas.–No sé, si vaya a poder.Tenía muchas ganas de llorar, pero quería ser fuerte, no me podía derrumbar por esto, solo sabía que a Petra, no la quería volver a ver en mi vida, algún día se iba a arrepentir, de todo lo que me había hecho, pero esto no se lo iba a perdonar, y mucho menos a mis tías, ellas por compradas, porque siempre estaban al pendiente de lo que su hermana les podía dar, eran una vendidas. Mientras tanto
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