Antes de desahogar su atribulado corazón, Leo suspiró pesadamente para intentar acomodar las ideas que revoloteaban en su cabeza. —Creo que perdí mi oportunidad con esa chica —comenzó a hablar en un tono deprimido—. Anoche, si recuerdas que estábamos charlando de mi cita fallida, cuando ella me llamó por teléfono. —Ajá, ¿qué pasó? —intervino Mike, ansioso por enterarse del “chisme”. —Bueno, pues, coqueteamos por largo rato en el teléfono y todo iba bien, hasta que ella me llamó “extraterrestre” y eso me contrarió tanto, que corté la llamada rápidamente y me encerré en mis pensamientos. Sé que fue muy estúpido reaccionar de esa manera, pero no sé, me angustió mucho que dijera eso de mí. Posteriormente, en la mañana, seguía tan deprimido, que no tenía ganas de hablar con nadie, pero entonces ella me marcó de nuevo y sentí tanta vergüenza, que no le contesté. Como volvió a insistir, entré en pánico y sin querer rompí mi teléfono móvil —hizo una pausa y finalizó con un profundo suspiro
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