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Todos los capítulos de Leo, mi chico zanahoria: Capítulo 161 - Capítulo 170
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Dramática revelación
Claire enmudeció ante la acusación de James Hong, a lo que Ken Muller decidió intervenir. —¿De qué está hablando, señor Hong? ¿Acaso duda de la honorabilidad de la abogada Johnson? James Hong ignoró el reclamo del veterano abogado y siguió atacando a Claire. —Ya veo que no dices nada. Entonces mi suposición es cierta… —Señor Hong —interrumpió la abogada con frialdad—, siempre separo mis compromisos laborales de los personales. No entiendo la razón por la cual asume que un tercero está relacionado con su caso. Incluso, tampoco comprendo los motivos por los cuales usted exigió que me relacionara en su caso, teniendo en cuenta de que su esposa había contratado los servicios de un compañero mío. Al sentirse expuesto, el hombre intentó mantener el flujo de la discusión sobre Leo y señaló indignado: —¡Bah! ¿Por qué encubres a ese mocoso? Sé muy bien que estás relacionada con ese maldito traidor que confabuló con mi querida esposa —recalcó esto con tanto desprecio— para que perdiera m
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Costumbre
Por la tarde, Leo se encontraba acurrucado en la cama, junto a Maggie, mirándola embelesado cómo ella dormía plácidamente, aunque desde que Claire se marchó, la bebé lo había torturado con sus llantos incesantes. —¡Ah! Eres tan bonita durmiendo, ¿por qué no quieres estar conmigo? —reflexionó con tristeza. En ese momento, la bebé suspiró profundamente y eso encendió las alertas del pelirrojo, que se preparó ante un posible despertar afligido, sin embargo, se tranquilizó al ver que Maggie continuó durmiendo plácidamente. —¡Vaya! ¿Por qué eres tan imprevisible? Por un momento pensé que volverías a llorar —se quejó. De pronto, escuchó que la puerta de la casa se abrió e inmediatamente imaginó que era Claire. Estaba a punto de correr para comprobar si ella había llegado, pero se contuvo al recordar que no podía dejar sola a la bebé acostada en la cama. —¡Arg! Si la muevo, comenzará a llorar otra vez y no quiero que Claire vea que no puedo calmar a mi propia hija —pensó en voz alta. Mi
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Canciones dulces
Leo tuvo una especie de déjà vu en el momento en que hizo “contacto” con Claire. Entonces un sentimiento incómodo inundó su pecho, ya que le recordó la vez que conoció a Maddie. En todo este tiempo su resentimiento había sido demasiado fuerte como para reprimir aquellas memorias de su pasado. Visiblemente perturbado, se apartó de Claire y, aclarando la voz, dijo con nerviosismo. —¡Oh! Creo que tocamos algo eléctrico —mencionó esto mientras buscaba con la mirada el objeto que los había electrocutado. “Violeta” estuvo de acuerdo con esta proposición y comenzó a revisar detenidamente si había algún aparato que resultara peligroso para Maggie. —Tienes razón, creo que nos acercamos mucho a ese contacto viejo —señaló repentinamente. El pelirrojo dirigió su mirada hacia donde ella mostró y efectivamente había un contacto eléctrico que parecía bastante sospechoso. Cuidadosamente acercó su mano y sintió que sus vellos se erizaron ante la carga eléctrica. —¡Oh! Parece que eso es bastante p
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Prácticas infernales
Mike estaba derrumbado en una camilla de la sala de urgencias, lamentando su decisión de haber retomado sus estudios de medicina. —¡Arg! ¿Por qué tomo mis decisiones basándome en un par de ojos bonitos? No he podido tomar un respiro en más de 10 horas —se quejó. «¿Por qué pensé que hacer esto sería sencillo? Es absurdo que después de tanto tiempo huyendo de este compromiso, abandone mi carrera como gamer por la que puse sudor y sangre, para hacer algo que no es completamente lo mío», pensó angustiado. Mientras lamentaba su suerte, en ese momento la cortina se abrió y apareció Jenny con una expresión severa. —¡Michael Davis! ¿Qué haces aquí? ¡Hay pacientes que requieren esa cama! —exclamó furiosa. Ignorando el regaño, Mike respondió débilmente. —Justo ahora estás tratando con un paciente, tengo agotamiento extremo y visión borrosa. —¡Ay, por favor! ¡Deja de payasear y ponte a trabajar! Todos los internos nos partimos el lomo para cumplir con nuestras horas, así que no vengas a q
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Receta familiar
Leo pasó largo rato embelesado mirando a Claire cantarle con dulzura a Maggie, que ella no se dio cuenta de su presencia hasta que volteó y se sobresaltó al verlo parado en la puerta. —¡Oh! ¡Cielos! No sabía que estabas ahí. Esto hizo volver al pelirrojo de su ensoñación e inmediatamente se disculpó. —Lo siento, no quería asustarte. —Bueno, no importa. Justo iba a llamarte para que bajes a cenar, ya está lista la comida —dijo ella gentilmente. Estas palabras causaron un vuelco en el corazón del atolondrado hombre, ya que le recordaron a las series antiguas que veía en televisión, en las que se mostraban a las esposas llamar con cariño a sus esposos para que fueran a cenar. Claire notó que Leo parecía bastante perturbado, entonces dijo contrariada. —Leonard, ¿qué sucede? ¿Por qué no dices nada? —¿Eh? Lo siento, es que me distraje pensando en una tontería —respondió avergonzado. Esto no convenció del todo a la mujer, pero no quiso incomodar más a su invitado y le ofreció tomar a
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Diferencias
Mientras Leo luchaba contra sus malos pensamientos, Claire salió tranquilamente de la ducha. Al ver que él se encontraba ahí, se sorprendió un poco, pero como tenía la pijama puesta, no se sintió incómoda de estar en la misma habitación que él. Sin embargo, esto no fue impedimento para que el pelirrojo se sintiera más excitado al ver que ella lucía bastante fresca. «¡Maldita sea! ¿Por qué su loción de baño huele tan delicioso?», pensó alterado, haciendo un enorme esfuerzo por no respirar el aroma, aunque esto le resultaba demasiado difícil. Ignorando el dilema que tenía su compañero de cuarto, Claire se dirigió al tocador para secarse el cabello. —En un momento iré a la cama, si te sientes muy cansado, puedes acostarte de una vez —dijo distraída. Antes de continuar hablando, sintió escalofríos cuando Leo le arrebató la secadora. Inmediatamente volteó y preguntó aturdida. —¿Qué haces? —Te ayudaré a secarte el cabello. —¿Qué? No… no es necesario que hagas eso —replicó nerviosa.
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Inseguridades
Como estaban extasiados con el beso apasionado, ambos olvidaron que se encontraban en la misma habitación que Maggie. Sin embargo, el momento duró tan poco, ya que la bebé comenzó a llorar y esto los hizo reaccionar. Avergonzada, Claire se apartó y corrió para atender a su hija. En tanto, Leo estaba desconcertado por la abrupta interrupción, pero luego reaccionó y preguntó ingenuamente. —¿Qué sucede? Claire cargó a la bebé en sus brazos y, tras revisarla, inmediatamente se retiró un poco a blusa para darle de amamantar. —Por la hora, creo que tiene hambre —respondió ella bastante concentrada. —¡Oh! Ya veo —dijo Leo un tanto decepcionado. En realidad, ese beso lo había dejado bastante agitado, por lo que tuvo que realizar varias respiraciones profundas para calmar las ansias de volver a repetir ese intenso momento. Mientras intentaba relajarse, su mirada cayó en la tierna escena de Claire amamantando a Maggie. «Vaya, ¿así es como luce una madre?», pensó distraído. Ella notó que Le
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Acto "cursi"
El estar atrapado entre los brazos de Claire fue suficiente motivo para que el cuerpo de Leo se volviera a encender. Sin embargo, recordó que ella aún se estaba recuperando del parto, por lo que hizo un enorme esfuerzo para mantenerse quieto y no propasarse con ella. Como él parecía como una especie de estatua incómoda, “Violeta” se apartó un poco y preguntó divertida. —¿Por qué estás tan… tieso? —¿Eh? Lo siento, es que… no quiero incomodarte —respondió el tímido hombre. Claire se enterneció al ver la expresión avergonzada de Leonard, que decidió no torturarlo más y lo soltó. —Tranquilo, solo ponte cómodo y descansa. Después de esto, ella se acostó de lado, dándole la espalda, con la intención de poner distancia con su compañero de cama. El pelirrojo se quedó por un momento congelado con el repentino cambio de actitud, pero inmediatamente cambió de posición para mantener alejada su mirada de la delicada silueta de Claire. «¡Cálmate, Leonard! Deja de pensar con tus testículos y d
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Clienta peligrosa
Leo se congeló al ver que frente a él se encontraba Rose, quien le sonreía como si fueran grandes amigos. «¡Qué m****a! ¿Cómo es que esa mujer vino aquí? Acaso descubrió que esta es mi casa. ¡No puede ser! Si esto es así, Claire y Maggie estarán en peligro», pensó angustiado. En tanto, la cínica fémina se acercó y volvió a hablarle con cinismo. —¿Qué haces aquí, Leo? ¿Viniste a comprar algún mueble? Antes de que él respondiera, Jacob intervino. —Disculpe, señorita, pero él es mi hijo Leonard y es quien me ayuda en el taller. ¿Ya se conocían? Fingiendo estar sorprendida con la noticia, Rose exclamó. —¿Cómo? ¿Eres carpintero? ¿A esto te dedicabas antes de ser gamer? Haciendo un enorme esfuerzo por mantener la calma, Leonard respondió: —¡Ah! Sí, trabajo con mi padre. —¡Oh! Vaya, jamás lo hubiera imaginado, con razón cuando te conocí, noté que tus manos parecían un poco toscas —señaló, mientras agarraba descuidadamente la mano de Leo. «¿Qué le pasa a esta mujer? ¿Por qué habla ta
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Nerviosismo
Leo sintió repelús en el momento en que esa atrevida mujer lo besó en la mejilla, que se limpió instintivamente y dio un paso hacia atrás con la intención de alejarse. Rose sonrió perversamente al ver que había puesto en aprietos a su víctima y luego añadió fingiendo inocencia. —Espero que cumplas con tu promesa de llevarme a una cita. —¿Eh? ¿Cuándo prometí eso? —preguntó alterado. —¡Tontito! No me hagas quedar mal frente a todos, recuérdalo —se burló, para luego despedirse de los demás—. Bueno, fue un placer conocerlos, espero volverlos a ver. Jacob estaba sorprendido por lo que acababa de pasar, pero al escuchar esto, reaccionó. —Claro, estaremos encantados de recibirla. En tanto, Helena sospechó que esa mujer solo traería problemas a Leo, pero como era prudente, fingió ser amable con la “clienta”. —Así es, aquí la estaremos esperando. Cuando finalmente Rose se marchó, Leo resopló de alivio, pero como aún seguía bastante nervioso por ese encuentro tan nefasto, entró a la casa
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