Receta familiar
Leo pasó largo rato embelesado mirando a Claire cantarle con dulzura a Maggie, que ella no se dio cuenta de su presencia hasta que volteó y se sobresaltó al verlo parado en la puerta.

—¡Oh! ¡Cielos! No sabía que estabas ahí.

Esto hizo volver al pelirrojo de su ensoñación e inmediatamente se disculpó.

—Lo siento, no quería asustarte.

—Bueno, no importa. Justo iba a llamarte para que bajes a cenar, ya está lista la comida —dijo ella gentilmente.

Estas palabras causaron un vuelco en el corazón del atolondrado hombre, ya que le recordaron a las series antiguas que veía en televisión, en las que se mostraban a las esposas llamar con cariño a sus esposos para que fueran a cenar.

Claire notó que Leo parecía bastante perturbado, entonces dijo contrariada.

—Leonard, ¿qué sucede? ¿Por qué no dices nada?

—¿Eh? Lo siento, es que me distraje pensando en una tontería —respondió avergonzado.

Esto no convenció del todo a la mujer, pero no quiso incomodar más a su invitado y le ofreció tomar a
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