El taller de Jacob Brown comenzó a resentir los estragos de la mala reputación recibida en redes sociales, puesto que la mayoría de los pedidos que habían recibido durante el mes fueron cancelados repentinamente y, por consiguiente, los anticipos tuvieron que ser devueltos. Incluso, algunos clientes que habían comprado con anterioridad, comenzaron a llegar para devolver sus muebles, por las razones más absurdas. En algunos casos, Helena se encargó de convencer a las personas de que el producto era de excelente calidad y hasta les ofreció cupones de descuento para su siguiente compra, con tal de conseguir que ellos se quedaran con el artículo. Sin embargo, no todos aceptaron ese trato, por lo que ella tuvo que devolver el dinero. Por su parte, Jacob lidiaba con los muebles a medio trabajar, abandonados por los clientes que pidieron su reembolso, con la intención de terminarlos rápidamente y ponerlos a la venta, aunque fuera menor precio, y así poder recuperar un poco el costo de los
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