Culpabilidad
En el momento en que esa persona se marchó, Leo y sus padres quedaron congelados. La noticia de que el taller había sido clausurado los impactó tanto, que apenas podían pensar con claridad.

—Que… ¿Qué haremos? —preguntó Helena afligida.

En ese momento, Jacob estaba tan consternado, que apenas pudo balbucear.

—Yo… creo que debemos acomodar las cosas e ir al Ayuntamiento.

Leo no aguantó más y estalló furioso.

—¡No puede ser! ¡Esto es absurdo! No pueden clausurarte por una denuncia poco verídica. ¡Todos los químicos que usas son seguros! Esto… esto… esto no tiene sentido. Además, ¿quién podría denunciarte por algo así? Todos los vecinos te conocen y jamás se han quejado por lo que hacemos.

Jacob estaba de acuerdo con su hijo, pero como se sentía aturdido con esta noticia, solo pudo responder.

—Ya… no importa…

Antes de terminar con la frase, el hombre se desplomó ante los ojos atónitos de Helena y Leo.

—¡Jacob!

—¡Padre!

Gritaron al tiempo que corrieron para auxiliar al hombre i
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