El dolor hizo que Leo recuperara sus sentidos. Aunque en un principio se sintió perdido, a los pocos segundos se dio cuenta de que se encontraba en la habitación del hospital. En ese momento, su madre se levantó al ver que él había abierto los ojos y exclamó ansiosa. —¡Leonard! ¡Al fin despiertas! Como apenas comprendía qué estaba sucediendo, no supo qué decir, pero de pronto los recuerdos del accidente se proyectaron en su mente e inmediatamente preguntó. —¡Claire! ¿Qué pasó con ella? ¿Dónde está? Helena apretó los labios para contener las lágrimas, entonces Leo exclamó desesperado. —Madre, ¿qué pasó con Claire? Al no poder ocultarlo más, respondió con lágrimas en los ojos. —Ella sigue sin aparecer. Esta noticia congeló a Leonard, que apenas pudo reaccionar. Entonces Helena continuó relatando. —Cuando los paramédicos llegaron, solo tú te encontrabas en el vehículo. Debido a que el jefe de Claire advirtió a las autoridades de que ella iba contigo, de inmediato comenzaron a bus
Tras haber sido drogada, Claire no supo más de sí y después de varias horas, finalmente pudo recobrar la consciencia. Cuando abrió sus ojos, notó que su visión parecía estar nublada por el sudor y sangre. —¿Dónde estoy? —murmuró aturdida. Entonces sintió que sus labios habían sido inmovilizados con un trapo y luego se percató tus muñecas y tobillos. Asustada, se levantó de golpe y miró para todos lados, para después percatarse de que se encontraba en una habitación lúgubre. En ese momento vinieron a su mente los momentos del accidente y luego del momento en que aquellas personas la habían sacado a la fuerza del coche. «¿Quién me trajo aquí? ¿Dónde está Leo? ¡Ay! Me duele la cabeza», se quejó mentalmente. Sus respuestas fueron contestadas cuando la puerta se abrió repentinamente, deslumbrando su visión. Después esto apareció James, acompañado de dos secuaces, quienes tenían una expresión perversa. —¡Oh! Ya despertó la bella durmiente —dijo cínicamente el malicioso hombre. «¡M
—¿Qué es esto? ¿Estoy afuera de la casa de Claire? —se preguntó Leo, aturdido al ver que se encontraba frente a la casa de Claire. Aun sin tener idea de cómo había llegado ahí, el pelirrojo tomó la perilla de la puerta y abrió rápidamente, con la esperanza de que ella estuviera ahí. Cuando se encontró adentro, notó que la sala estaba iluminada y desde la cocina provenía un delicioso aroma. —¿Estofado? Claire… ¿Está cocinando? —murmuró confundido. Rápidamente, se dirigió a la cocina para comprobar con sus ojos que ella estaba ahí. Al llegar, vio que una pequeña niña pelirroja corrió hacia él, gritando con efusividad. —¡Papi! ¡Llegaste! Antes de que pudiera reaccionar, la niña abrazó sus piernas, dejando atónito al pelirrojo, que no entendía lo que estaba pasando. En ese momento, una voz familiar lo hizo volver en sí. —¡Oh! Llegaste temprano, en un momento está la cena. Leo alzó la mirada y vio que Claire estaba frente a él, portando un precioso vestido azul. Esto le causó una esp
Mike no se encontraba tranquilo con la aparente docilidad de su amigo, así que decidió volver a la habitación para ver cómo estaba. Sin embargo, se topó con la enfermera que salió asustada. —Doctor Davis, el paciente no está —dijo. —¿Qué? —Justo acabo de entrar con la comida, pero él no está por ningún lado. Al escuchar esto, el ex gamer entró rápidamente para comprobar lo que la enfermera le había dicho, pero al mirar para todos lados, gruñó furioso. —¡Carajo! ¿A dónde fuiste Leonard? Luego de esto, se dirigió a la enfermera. —Por favor, avisa a seguridad y que busquen por todos lados, no tiene mucho que estuve aquí, así que es probable que él aún siga en la clínica. La mujer asintió con la cabeza y salió corriendo. Entonces Mike sacó su teléfono móvil para llamar a Helena, cuando ella atendió, dijo nerviosamente. —Tía… Leo escapó. —¿Qué dices? ¿Cómo que Leonard escapó? ¿Cómo pasó eso?—preguntó la mujer sorprendida. Avergonzado por la situación, respondió: —Lo siento, ni y
Cuando llegaron al muelle, Jonathan suspiró pesadamente y se dirigió hacia Leonard. —Bien, ya estamos aquí, solo que tenemos que esperar media hora para que tu encuentro con James Hong, ¿estás seguro de ir solo? —preguntó ansioso. —Tengo que hacerlo, no puedo permitir que te expongas, ya bastante me ayudaste con traerme hasta aquí —respondió Leonard. Jonathan se sorprendió al escuchar al pelirrojo tan determinado, entonces suspiró pesadamente y dijo a modo de broma. —Bien, supongo que sabes lo que debes hacer. Si estás en problemas, no dudes en activar el dispositivo que nos dió Kuro, ¿de acuerdo? —Sí, no te preocupes —respondió Leo manteniendo su mirada fija hacia la fila de bodegas que tenía en frente. Ver a este hombre con tanta disposición a morir preocupó a Jonathan, pero antes de decir algo más, Jonathan escuchó que su teléfono móvil sonaba. Rápidamente lo revisó, pero al ver que el remitente provenía del hospital, sospechó que ya los habían descubierto. Con tal de no alter
Aunque faltaba menos de 30 minutos para la hora pactada, Leo se sentía ansioso de ir en busca de Claire, así que esperó a que Jonathan se alejara para bajar del coche y buscar la bodega que James le había indicado. Tras andar por varios pasillos, escondiéndose detrás de las paredes antes de salir, finalmente dio con el lugar. Sin embargo, no se acercó, ya que vio que en ese momento acababa de llegar un vehículo negro, del cual descendió James Hong acompañado de dos sujetos de apariencia tosca. —¿Será una trampa? ¿Claire realmente estará ahí? —murmuró Leonard, mientras miraba atento los movimientos de esa persona. Tras esperar a que el trío de hombres entrara al inmueble, se acercó, pero antes de ingresar, se dispuso a buscar una ruta de escape. —¡Arg! Este lugar está completamente cerrado, solo hay una puerta de acceso —murmuró furioso luego de rodear el área. Ante esto, decidió no esperar más tiempo y entrar de una vez. En ese momento, al tomar la manija de la puerta, sintió que
Este cuestionamiento dejó atónito a Jonathan, que por un momento se quedó sin palabras, sin embargo, al poco rato se recompuso y respondió interrogativamente. —¿Por qué preguntas esto? Claire lo miró fijamente y volvió a preguntar. —¿Ya la perdonaste? Digo, sé que ella actuó mal y tú no aceptaste como terminaron las cosas, pero después de lo que pasó con Leonard, te marchaste así sin más. Ante esto, el hombre sonrió con amargura y respondió. —Tienes razón, no he olvidado a Maddie, pero aprendí que debo sanar primero antes de poder comenzar una nueva relación. —¿Cómo? ¿Acaso estás pensando en pasar de página? —preguntó Claire sorprendida. —Sí, hace mucho tiempo comprendí que mi relación con Maddie jamás iba a funcionar, porque cuando empecé a salir con ella tampoco había cerrado el ciclo con mi fallido matrimonio. Tal confesión consternó bastante a Claire, ya que no esperaba que ese hombre realmente admitiera su error. Entonces volvió a preguntar. —Entonces, ¿quieres decirm
—Érase una vez un niño cuya cabellera era bastante rojiza. Todos en la escuela se burlaban de él al decirle que era una “zanahoria”, lo cual hacía llorar al niño. El único consuelo que tenía era quedarse en el taller de su padre, donde aprendió a fabricar muebles maravillosos, tan finos y delicados, que muchas personas en la ciudad venían al taller, interesados en conseguir uno de ellos. Con el tiempo, el chico creció y se volvió en un apuesto hombre, pero debido al miedo de ser rechazado por los demás, prefirió esconderse bajo una apariencia desaliñada. Hasta que un día, un hada le hizo salir de su cueva y le compró ropa nueva. El chico, con su nueva apariencia, se sintió más confiado y empezó a hacer cosas nuevas, hasta convertirse en un… —¡Caballero rojo! —interrumpió una pequeña pelirroja de cuatro años. —¿Qué? ¿Ahora tú vas a contar el cuento? —reclamó Claire fingiendo indignación. —¡No, mami! Es que esa es mi parte favorita de la historia, ya que el muchacho se parece a mi cab