Sasha tenía delante un caballete con un cuadro en blanco que pretendía pintar, pero lo único que hacía era jugar con el carboncillo entre sus dedos, manchándolos de negro. Normalmente su mente era un universo lleno de inspiraciones, con tan solo tener un papel en blanco y un bolígrafo era capaz de dibujar maravillas, pero en aquel momento lo único que tenía en su cabeza eran las curvas de la stripper. Él no dejaba de pensar en ella y se negaba a pintar cualquier detalle de aquella mujer.Él reloj parecía que iba lento, Sasha no dejaba de mirarlo deseando que las horas pasaran lo más rápido posible, porque estaba dispuesto a regresar al club durante la noche. No iba a permitir que una stripper se hiciera la digna con él, más que nada porque para Sasha ella no podía ser diferente de las demás. De repente escuchó su teléfono móvil sonar y puso los ojos en blanco porque ya sabía quién era, entonces decidió contestar la llamada para que Frank lo dejará en paz de una buena vez.–¿Qué quiere
Leer más