Roseeta empezó a despertar muy despacio, sus ojos poco a poco se abrieron hasta ver la luz del día llegar hasta sus pupilas. Por alguna razón sentía como si estuviera sobre alguien, más bien sobre su pecho, al igual que una mano recorrer en la cintura. Al despertar bien y mirar hacia arriba, notó que era Albuz, quien estaba recostado en la cama junto a ella, mientras leía el primer libro que le regaló. - Amo Albuz. - dijo en lo bajó, levantando su tórax y finjando su mirada en él. Albuz dejó aquel texto sobre la mesa de noche, arregló su cuerpo hasta inclinarlo en la cabeza de la cama y le dijo. - Bienvenida a la vida, Roseeta. - estiró sus labios. Durante esos tres días en los que Rosseta durmió, Albuz iba a visitarla, pero la última noche decidió dormir a su lado, aparatando a Raya y tomando él el lugar. - si tienes algún malestar o dolencia, puedes decírmelo, haré que te atiendan de inmediato. - En realidad me encuentro muy bien, no se preocupe por mí. Albuz volvió a estirar
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