Después de aquel desayuno Rosseta subió a la habitación, tenía que hacerse revisar por Berta, así se lo dijo Albuz. - Albuz tendrá que abstenerse a ti por una semana. - habló la mujer después de la revisión. - hablaré con él para que lo entienda, debería de jalarle de las orejas por lo bestia que fue contigo. - ¿Hay algo malo en mí? - preguntó ella preocupada. No en ti en el. - respondió y fue por algo de hierbas que tenía en su maletero. - tú eras una niña y el hombre debió de pensar bien las cosas antes de hacerte mujer. Pareciera que estaba desesperado por tenerte. Soló mira tu cuerpo, está lleno de sus manos y chupetones.Rosseta mordió sus labios tras escucharla. Ella también tenía algo de culpa por entrar en juegos prohibidos. - Una semana de descanso para ti bastará, ya para la segunda vez te acostumbras a su tamaño. - le enseñó dos frascos con un líquido verde y le dijo. - tomas esto de ahora en adelante después de que estés con Ambuz. Evitaras quedar embarazada hasta que
Al día siguiente Rosseta despertó tras sentir que acariciaban su rostro, abrió los ojos y observó a Albuz abrazarla. Habían decidido dormir juntos en la habitación de Rosseta, eran marido y mujer, no había nada de malo en eso, lo malo era no estar con ella como él hubiera querido por una semana completa. - Bienvenida a la vida, Ross. - dijo Albuz cuando ella abrió sus ojos. - Buenos días, Albuz. - respondió Rosseta y guió sus yemas de las manos para tocar el rostro de su esposo. Tenía una pequeña barba que empezaba a florecer en su piel. - me gusta. - dijo acariciandola. - te ves más temido y serio. - Pensaba desaparecerla por ese motivo, pero ahora la dejaré unos días más. - ¿Puedo ser yo quien te la quite? - ¿Sabes como hacerlo? - preguntó sorprendido. - Con una navaja y algo de sabia de rosas para que la piel no se infecte. - ¿Dónde lo viste? - Cuando pasas encerrada la mitad de tu vida, no tienes nada que hacer más que ver por las ventana. Cuando lo hacía veía a los guardi
La bendición de un Mago era importante para toda criatura, significaba un gran poder y una responsabilidad que tenía que cargar por el resto de su vida. Además, de cuando llegará la hora de partir su espíritu volvería a la vida las veces que sea necesario, hasta guiar a su portador.Rayas después de aquella bendición, fue donde Rosseta, se sentía feliz y quería empezar con aquel trabajo encomendado. - Es hora de irnos. - dijo Albuz al ponerse de pie y tomar la mano de Rosseta. - la noche pronto caerá y estamos muy cerca de los licántropos. Rosseta asintió, aunque tenía una pregunta por hacer. - Adelante. - habló Albuz al ver su mirada llena de dudas. - Si eres un licántropo al igual que ellos ¿Por qué son enemigos? - Porque yo soy el resultado de un amor prohibido. - respondió a la vez que caminaban. - Mi padre pertenecía a un clan diferente, mi madre era una hechicera, ambos no podían amarse, sin embargo, lo hicieron en contra de las reglas. - ¿Por qué? Albuz sonrió, besó su f
Rosseta empezaba a despertar, unas manos la sujetaban por la espalda hasta posarse en su abdomen. Miró hacia arriba y observó a Albuz dormir junto a ella. Muy despacio se movió y con las yemas de sus dedos empezó a tocar su rostro. Tan suave piel recorría con sus dedos curiosa, estiró sus labios por sentirlo. Ayer en la noche se había abierto un paso a ella, después de aquel baño tan repentino decidieron dormir juntos manteniendo su abstención a ella hasta dentro de cinco días más.Cuando Albuz arrugó su nariz, Rosseta dejó de tocarlo. - No te detengas. - dijo sin abrir sus ojos y estirando los labios. Él había despertado primero, la apreciaba, pero cuando vio que Rosseta empezaba a despertar decidió cerrar los ojos. Quería saber lo que ella hacía. Rosseta sonrió apenada, la había descubierto. Albuz terminó por abrir los ojos y tomándola de la cintura la llevó hasta que estuvo encima de él. - Te estabas haciendo el dormido. - dijo Rosseta fijando su mirada con él.- Sólo un poco. -
- Os entrego esto. - dijo Albuz a la viuda. Una elfa de campo con gran vestido azul y un pañuelo en la cabeza para cubrir el polvo mientras limpia. Extendió su mano y le entregó una pequeña bola verde brillante que le daría alimentos cuando ella lo necesite. Su poder era infinito, jamás se acabaría.- Gracias Amo. - respondió la buena mujer. Todavía llevaba el luto de su esposo, su mirada larga y llena de suspiros. Ni la magia de un Mago podía revertir muerte o el hechizo del eterno sueño. - mis hijos y yo le damos las gracias por esto. Se que mi Floiw está muy feliz desde el cielo, donde cada noche podré verlo como estrella. - Acabas de decir la pura verdad. Todos mis buenos hombres son bienvenidos a ser parte del cuelo. - recalcó Albuz.- ¿Ella es su esposa? - preguntó de repente al ver al Hada convivir con sus hijos.Albuz asintió.- Sí, Ross es mi pequeña esposa.- Se ve que es encantadora. Es muy linda y por lo que veo le gusta los niños. Sólo mirela divertirse con mis hijos y c
(Cuadro días después: bosque de las criaturas mágica)Rosseta se encontraba debajo de un gran árbol, sobre sus manos sostenía aquel libro que Albuz le había regalados otra que anotara todos sus hechizos. "Omuru in thye sanaru" recitó las palabras para curar las heridas de una criatura mágica. Era un pequeño hongo que se había lastimado una parte de su brazo al querer correr. - ¿Ahora estas bien? - preguntó Rosseta y la criatura hizo un pequeño ruido de felicidad. Estaba contenta por ser curada. - A ti. - dijo al adivinar sus agradecimientos. La dejó en el suelo y la vio caminar hasta alejarse. - ¿Lo curaste tú?- preguntó Albuz al acercarse a ella.- Sí. - respondió con sus ojos a todo resplandor. Se puso de pie y fue a abrazarlo. - ¿Podemos ir a visitar más? - preguntó. - Claro, aunque dudo que los encuentres heridos. - la tomó de las manos y la llevó cerca de los arbustos, donde habían pequeñas hadas artesanas
Fue un viaje largo y hasta cansado, pero al fin habían llegado al bosque Avfa. Un bosque que estaba dividido en cinco partes, lleno de una neblina espesa y hasta oscura. El primer desafío de Rosseta era calmar al espíritu del agua y eso sólo lo conseguía si se sumergía en ella. - No puedo dejar que vayas sola. - dijo Albuz al ver las lagunas de agua de mar verdes y hasta oscuras con rayos por dentro y sobre todo, al ver a un mar descontrolado que abrazaba con todo - tiene que ver otra forma de controlar esto. Rosseta lo tomó de las mejillas, había que calmarlo. - Voy a entrar y saldré completa, acompañada del espíritu guía, te lo prometo. - dijo con agradable sonrisa.- Me acabas de hacer una promesa, Ross, ahora tienes que cumplir y salir en una sola pieza de a dentro. - Lo haré. - dijo, tomó su libro de hechizos y recitó un conjuro para poder respirar bajo el agua. "Surmergiun in de akar for aguaw" - al decir esas palabras se le fue otorgado un traje celeste con las olas del mar
Rosseta descansa en los brazos de Albuz, mientras ambos observaban la noche llena de una gran cantidad de estrellas con la majestuosa luna que las acompañaba. El corcel se encontraba en un estanque descansando y Rayas a la orilla. Ella sentía feliz por haber liberado al corcel de aquel encierro sin fin, pero su cuerpo y alma sentían cansancio por la magia que ocupó para poder capturarlo. Aunque trataba de sonreír para que Albuz no se diera cuenta, él lo podía percibir.- Insisto, yo no te veo bien. - dijo al tocar su frente. - tampoco siento que estés bien, Ross. Rosseta mordió su labio inferior y confesó.- De acuerdo, si me siento un poco cansada, pero es cansancio nada más. Albuz decidió levantar su torso y entre su sotana sacó un frasco con líquido transparente, era la flor de Melvis. - Bébelo. - ordenó al estirar su mano en dirección a Rosseta. Ella ya no tenía de otra, tomó aquel líquido hasta la última gota y regresó el frasco vacío a Albuz. Albuz la volvió a tomar en su