Recostada sobre la cama, observando esas cuatros paredes doradas que la retenian, Rosseta decidió caminar hasta la ventana. Ya era de noche, tenía la luna frente a ella con un matiz de color plata increíblemente bello y majestuoso. Por suerte, la ventana estaba direcciona al jardín, lo podía ver todo, pero sólo podía hacer eso, quedarse a mirar y soñar despierta. Al intentar estirar sus brazos para sentir la refrescante brisa que corría por la noche, se le fue negado. Al parecer, Albuz colocó un campo de fuerza que impedía que ella saliera, cumplió con su palabra al decir que su celda sería la habitación. Ella entristeció su rostro, tenía que volver a adaptarse a su nueva vida. Unos golpes en la puerta hicieron que volteara de inmediato.- Tu cena. - dijo Graciela y la dejó sobre la mesa de noche. - cuando termines de comer, deja el plato ahí, una sirvienta pasará a recogerlo. - agregó y se fue. Rosseta observó el plato, no eran más que un puré de manzana con almendras y para beber t
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