Habían trascurrido exactamente varios minutos de juego, ninguno de los parpadeaba o incluso hablaba, si acaso solo era para tomar una carta y cambiarla por otra.—¿Listo para su derrota, milord?—¿Y tú, estas lista, Teodora? — Se aclaró la garganta — ¿Lista para mostrar tus cartas?Entonces los dos al mismo tiempo mostraron sus cartas, solo para descubrir que habían empatado.—Full — comentó Teodora — Es una lástima, ninguno ganó, milord.Pero él negó, no estaba dispuesto a perder.—Entenderás que si hay un empate. Ambos jugadores deben sacar una carta y la que sea mayor gana. — Explicó —¿O piensas perder, así nada más?Teodora arqueó una ceja, ese hombre la estaba retando en toda regla, pero no estaba dispuesta a dejarlo pasar.—Muy bien — asintió — Comienzo yo primero.Y así, ambos tomaron cada uno una carta.—Esta es la definitiva, Teodora.—Milady, por favor. Después de su derrota no le quedara más remedio que hablarme de manera formal.Los dos contaron al mismo tiempo y al llegar
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