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Todos los capítulos de Yo los declaro: Marido y mujer: Capítulo 21 - Capítulo 30
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20: Placeres del matrimonio
—¿Quieres una muestra una muestra más de los placeres del matrimonio?Anastasia se apartó un poco y negó.—No — esta vez sería firme — Y no vas a volver a tocarme.Carl esbozó una media sonrisa.—¿Segura de tus palabras? — Preguntó — Recuerda que abajo está Amara Bianchi y si se lo pido estaría más que encantada de compartir mi cama.Pero aun y con esa amenaza no iba hacerla cambiar de parecer.—Adelante — alzó una mano y señaló la puerta — Ve tras ella, pídeselo. Incluso llévala a ese estúpido baile, si con eso me dejas en paz por mi esta mejor.Pero Carl no se iba a quedar atrás, así que avanzó hacia ella y la tomó de un brazo, acercándola a él.-Ya te dije que iremos y llevaremos a Amara Bianchi como si sobrina — le susurró al oído — Y esta dicho, así que prepárate porque en tres semanas gozaremos de la presencia de los vizcondes.Él la soltó y tras intercambiar unas cuantas miradas salió de la habitación sin insinuarle nada y mucho menos quererla tocas.Anastasia se llevó las mano
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21:Cosas indecibles
Pero al dar un paso un sonido llamó su atención, pisó varias veces aquel lugar y después otro punto y no producía el mismo sonido.—Arthur no venimos a jugar — advirtió Arlen.—Escucha — dijo él — Si piso aquí — tocó con el talón la parte solida del piso — No suena.Arlen comenzaba a impacientarse, hubiera sido mejor que viniese solo y no en compañía de su amigo. A veces Arthur se ponía insoportable como en esta ocasión.—Si no quieres estar aquí puedes irte — comentó — Pero al menos déjame seguir buscando información.—Espera — Arthur alzó un dedo — Ni siquiera me has dejado terminar, observa y escucha .Entonces Arthur puso un pie en la parte blanda del piso y se escuchó el sonido de una madera crujir bajo su pie. Arlen al oír eso frunció el cejo y dejó de buscar sobre el escritorio para hacerle compañía a su amigo. Ambos repetían los movimientos que Arthur había hecho segundos antes.—Es como si en esta habitación hubiesen dos tipos de pisos — explicó Arlen — Uno convencional y otr
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22: Noticias
Al día siguiente Anastasio despertó en una cama que no era suya, sentía la cabeza pesada y todo le daba vueltas. Lo único que recordaba era el momento en que subió con Carmila a la habitación, buscó su ropa y la encontró perfectamente doblada en una silla.—Veo que ya despertaste.Escuchó la voz de una mujer que provenía de la puerta de un baño, parpadeó y reconoció a Carmila, quien se acercó a él y le dio un beso en la frente.—Estuviste magnifico anoche — dijo con una sonrisa seductora — Cinco veces… vaya de haber sabido que eras tan viril desde hace tiempo que te hubiese dicho que sí.—Yo…— parpadeó — No lo recuerdo.—Que lastima porque fue estupendo.Pero lo cierto fue que lo había drogado en cuanto entraron a la habitación.Anastasio regresó a su residencia andando, repasando una y otra vez las cosas que le había dicho Carmila. Bueno, si él no se acordaba de lo que había sucedió tenía que confiar en las palabras de aquella mujer.¿Así que había sido capaz de llegar cinco veces? E
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23: Traicion inesperada
Esbozó una sonrisa, aunque tuvo que borrarla de manera inmediata dadas las circunstancias en las que él se encontraba. Pero simplemente no podía evitar hacerlo, recordaba verlo pasar años antes y no pudo evitar pensar en lo atractivo que era, sobre todo en contar los años que pasaba para que fuese presentada en sociedad y conocerlo formalmente. Cuando supo de su desaparición no pudo evitar sentirse triste y una profunda decepción la había invadido.¿Quién había sido capaz de cometer esa atrocidad con él?.Contemplaba con horror las marcas en sus manos que fueron a causa de los grilletes, su rostro pálido y demacrado, pero sobre todo los labios partidos, eran sin duda marcas de algún tipo de tortura. No quiso ni imaginar el dolor que debió sentir e incluso la fuerza de voluntad que tuvo para sobrevivir.Pasó la yema de sus dedos por su frente pero en el instante que ellos lo rozaron, una mano interceptó la suya en el aire. Entonces ella vio la profundidad de sus ojos verde esmeralda y
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24: Cruel destino
—Nuestro padre estaba muy molesto — explicaba la anciana Brigida con su relato — Todo porque Angus había dejado las caballerizas abiertas.Anastasia sonrió cuando su tía concluyó con una carcajada.¿Ya hablaste mucho de mí, no? — Comentó el señor Roche con un poco de humor — ¿Por qué le cuentas a Anastasia la vez que te hiciste pasar por institutriz solo porque no querías casarte con tu difunto marido?—No te atrevas a recordarme eso Angus Roche — lo señaló su hermana — Ni te atrevas a contársela a mi niña.—Yo quiero saberla — interrumpió Anastasia.Brigida se llevó la taza de té a los labios y observó por el borde de la taza a las tres personas que la miraban fijamente, con la esperanza de que contara esa historia.—Bueno — ella sonrió y se acomodó en su sitio — Ya que insisten, la contaré. — Se limpió los labios con una servilleta y comenzó — Resulta que era el baile de nuestro compromiso, nuestros padres habían acordado la unión entre los dos y…Anastasia iba desde el enfado, la s
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25: Lo que debía ser
—Discúlpame Anastasia, pero era mejor que él estuviese muerto a que apareciera. — La miró de arriba abajo — Te vez… — y lo que vio no le gustó en absoluto — Apagada, la Anastasia que conocí no permitiría todo esto.—Es difícil de explicar…—No trates de justificarlo — volvió a interrumpir — O te pones lista o dejas que esa mujer te gane. Anastasia, debes poner un maldito orden ¿Quién es la esposa?—Yo — respondió con la voz apagada.Era cierto, no le gustaba en lo que se había convertido, antes era alegre, le gustaba salir de paseo con su perra Deisy, antes de que él apareciera en su vida era totalmente diferente a lo que ahora era.—Ahora ¿Dónde carajos había estado escondido el muy maldito? — preguntó furiosa.—En Italia.—Con esa zorra lo más seguro.—Sasha — Anastasia miró por todos lados esperando a que nadie las escuchara — Nos pueden oír.—Tú bien sabes que no me importa — respondió ella — Despierta Anastasia, toma el valor suficiente y hazle frente, sea lo que sea que haya pas
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26: Doloroso momento
Caminaba sin rumbo fijo con la vista perdida, la intensa lluvia le hizo perder el sentido de la orientación. Se abrazó así misma al sentir un fuerte frio correr por su cuerpo e inútilmente intentó cubrirse con la bata empapada. El cabello se le pegaba a la frente y los pies descalzos formaban pequeñas corrientes de agua.Temblaba y lo único que deseaba era llegar a su destino, un destino desconocido.Un carruaje se detuvo a su lado y no pudo distinguir la figura que se bajaba de él, sólo escuchó como le llamaba por su nombre.—¡Anastasia!Esa voz, podía identificarla muy bien ya que era como su hermano.—Mi…En ese momento ya no pudo decir más, pues había caído desmallada en los brazos del mejor amigo de su hermano. Arthur se quitó el abrigo y la cubrió con él. Al verla desfallecer entre brazos se preocupó de manera considerable.—¡ANASTASIA!Arthur la tomó entre sus brazos y el cochero le ayudó a subirla al carruaje, pero antes de partir, le ordenó a uno de sus lacayos que fuera en b
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27: Sentimiento de miseria
De pronto se sentía miserable, si algo malo le pasaba a su hermana jamás se lo perdonaría. Había sido capaz de salvarle la vida a Maximo, el primo del imbécil de Renfield, pero nunca pudo proteger a su hermana.Paso alrededor de media hora, cuando una devastada y triste Bernarda bajaba de las escaleras con un pañuelo manchado de sangre. Tenía la mirada triste y sus ojos estaban llorosos.¿Cómo está mi hermana? — Arlen fue el primero en preguntar.—Ella…— tomó aliento, no podía hablar, sentía un gran nudo en la garganta — Le controlamos la fiebre.¡Gracias al cielo! — exclamó en un suspiró su padre.—Pero…—continuó Bernarda y unas gruesas lágrimas cayeron sobre sus mejillas — Anastasia estaba embarazada y perdió al bebé.Los labios de Arlen temblaron, miraba a su madre después a ese pañuelo manchado en sangre.La sangre de Anastasia.Si algo le enseñó su padre era que su familia siempre iba ser primordial y sobre todo que nunca permitiera que lastimaran a un ser querido.—Si me disculp
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28: Sin poder perdonarlo
—¿Ella…esta…Melissa se soltó del agarré del vizconde y se dio un paso hacia atrás, las lágrimas surcaban toda su cara.—Si — asintió — Ella está embarazada de usted.—¿Por qué nunca me lo dijo?—¿Será por las humillaciones a las que la hizo pasar? Principalmente trayendo a su amante, mi niña no quería decirle sobre su embarazo por temor a que creyera que no sería de usted.Carl no decía absolutamente nada, únicamente se quedó ahí, en medio de la habitación con la mirada perdida. La doncella de Anastasia en algo tenía razón, había sido un completo error dejar a Amara Bianchi hospedarse con ellos, pero no podía culparla del todo, ya que sin duda él era el más responsable en todo esto.Melissa se acercó a él lo suficiente para que pudiera sentir su aliento.—Cuando se dé cuenta de lo injusto que fue con ella, será muy tarde milord — dijo segura de sus palabras — La habrá perdido para siempre.Dicho esto, la mujer dio media vuelta y salió disparada de la habitación, si su niña ya no se e
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29: El verdadero monstruo
—Anast…—Ahora vete.Sin darle tiempo a añadir más le cerró la puerta en las narices y se recargó en la puerta. Ojala nunca hubiese aparecido, ojala nunca lo hubiera conocido, pero sobre todo ojala nunca lo hubiera amado.Volvieron a llamar a la puerta, ese hombre era demasiado terco pero ella lo era mucho más y si lo que le había dicho no era suficiente, ya estaba ideando otras palabras más.Abrió la puerta.—Que no entiendes que te largues.Pero la cerró al ver a un joven alto, de ojos inmensamente azules que la miraban con una ceja alzada.—Veo que ya se encuentra bien.Anastasia lo miró confundida, nunca había visto a ese caballero y que le hablara de esa manera le resultaba demasiado incómodo.—Perdón… pero no lo conozco milord.El hombre alto esbozó una sonrisa mostrando sus perfectos dientes blancos.—Soy el doctor Henry Johnson, milady — hizo una reverencia — Anoche la atendí.El doctor Henry Johnson fruncía el cejo a medida que revisaba al hombre que yacía recargado en el sof
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