Todos los capítulos de ¡Falso compromiso!: Lo tenía todo menos un poco de amor.: Capítulo 111 - Capítulo 120
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Capítulo 111
Las horas transcurrían con irritante lentitud. Carmen se marchó. Laura se duchó y se cambió de ropa. ¿Cómo vestirse para esa entrevista? Formal, se dijo, no le convenía aparecer como una jovencita asustada, sino como una mujer seria, segura de sí misma, de manera que se puso su traje pantalón gris, con tacones para parecer más alta, y se recogió el pelo. Su inquietud por la entrevista de esa tarde había hecho que olvidara a Sergio y ahora miró el teléfono con preocupación. No la había llamado. ¿Sería buena o mala señal? No lo sabía, pero resistió la tentación de llamarlo ella. Ya se enteraría de cómo le había ido cuando hablaran más tarde.
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Capítulo 112
Le costó bastante encontrar la dirección, porque el señor Roms vivía en un barrio de las afueras, en la zona norte de Madrid, difícil de localizar, al menos para ella que no tenía lo que se dice un fino sentido de la orientación. Así que se perdió y dio varias vueltas sin sentido durante veinte minutos antes de aparcar frente a la casa a las cuatro menos siete minutos de la tarde. Menos mal que había salido con tiempo, pensó mientras admiraba la imponente mansión, cuya parte superior aparecía sobre una enorme valla de ladrillo que rodeaba el perímetro de la casa. La puerta era negra, de hierro, y Laura se sintió vigilada al acercarse. Seguro que había cámaras, aunque ella no vio ninguna. Pulsó el timbre del telefonillo y esperó. Pasados unos segundos, una voz metálica salió del aparato. —¿Sí? —Soy Laura de Santis, el señor Roms me espera. Oyó un clic cuando se abrió la puerta y entró a un enorme jardín, con un sendero de baldosas que conducía hasta un
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Capítulo 113
En el momento en que el reloj de pared movía su péndulo al dar las cuatro, la puerta se abrió de nuevo, esta vez para dar paso a un hombre de unos sesenta años, pulcramente vestido con un traje de corte impecable. Se acercó a ella y le tendió la mano.—Soy Ramón Sanz, el secretario del señor Roms.—Mucho gusto.—Es necesario que le haga algunas advertencias antes de conducirla a su habitación. El señor Roms está muy enfermo, se encuentra postrado en la cama, conectado a una bombona de oxígeno, y debido a una reciente operación de garganta apenas puede hablar. Una enfermera lo cuida día y noche, es de toda confianza y me gustaría que estuviera presente en la entrevista por si el señor Roms necesita sus cuidados. ¿Tiene algún inconveniente?Laura pensó que no era necesario que la enfermera permaneciera en la habitación, bastaba con que se situara fuera, al otro lado de la puerta. Pero se dijo que era mejor no poner trabas, y ese detalle no le parecía tan grave.—Ninguno…—Por supuesto,
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Capítulo 114
—Es cierto, yo no llegué a conocer a Carla, pero sé muchas cosas de ella. Un buen amigo mío la conoció muy bien y… bueno, puede decirse que vengo en su nombre. Se llamaba Juan Cobos.Lo miró con expectación. Había decidido que no debía nombrar a Sergio, así que se inventó a alguien. Roms no podía conocer a todos los amigos de su nieta, y el nombre de Juan Cobos le pareció tan bueno como cualquier otro.—¿Lo conoció usted? —insistió Laura.El anciano esta vez no pulsó ninguna tecla de su ordenador. Sólo negó con la cabeza y le hizo un ademán con la mano para que continuara.—Sé que es muy doloroso para usted recordar ese episodio de su vida…El hombre la contemplaba expectante, sus ojillos brillaban por la curiosidad y las manos le temblaban. Cerró los puños y miró a su secretario.—Quiere que continúe usted. Por favor, no se interrumpa y procure hablar sin titubeos, con voz clara para que él la entienda.Laura se puso roja tras esta recomendación, que asumió como una pequeña reprimend
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Capítulo 115
—Perdone… Lo siento —dijo, refiriéndose a su titubeo y mirando con reparos al secretario. Volvió a posar su mirada en el señor Roms—. Juan no cree que haya muerto. Sospecha que sucedió algo de lo que él no está enterado; duda que Carla muriera. Estaba enamorado de ella y piensa que usted la obligó a marcharse por alguna razón; dice que tenía medios e influencias suficientes para hacerlo y que Carla debe de andar por ahí, escondida en algún sitio… Está obsesionado y temo que acabe volviéndose loco —aquí Laura puso freno a su imaginación. No le convenía exagerar, no fuera a ser que se dieran cuenta—. Incluso ha contratado a un detective privado para que la busque, ya que las pesquisas que ha hecho por su cuenta no han dado resultado… En fin. No dejará de buscarla y yo quiero impedir a toda costa que siga, porque vamos a casarnos y no quisiera vivir con un hombre obsesionado por otra mujer. Por eso necesito que alguien que sepa lo que ocurrió me lo cuente, para que él se convenza. Si le
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Capítulo 116
Laura atravesó casi corriendo el caminito hasta la puerta de hierro y, cuando la cerró tras de sí, libre al fin de la opresiva atmósfera de esa casa, respiró varias veces para que el aire fresco reemplazara en sus pulmones al enrarecido aire de la mansión. Corrió hasta su coche. No podía esperar para leer las páginas, que crujían en sus manos temblorosas. Pero no se atrevía a leerlas allí, porque, aunque sabía que era imposible, le parecía que el terrible y maligno viejo la observaba. Así que arrancó y se alejó varias calles, hasta que pensó que estaba a salvo.Aparcó y se puso a leer con avidez.Cuando Sergio entró en casa no había nadie. Al principio se alarmó, pero enseguida recordó que Laura le había dicho que iría a comer con su hermana. Se sirvió una cerveza y, a pesar del frío, salió a la terraza y encendió un puro. Le dolía un poco que Laura no lo hubiera apoyado más en un día tan importante para él. Sabía que ella no estaba de acuerdo con que dimitiera, pero irse a comer con
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Capítulo 117
Por fin Sergio cogió los folios. Estaban muy manoseados, porque ella los había leído unas veinte veces, luego los había doblado para meterlos en el bolso y después los había sacado y desdoblado para leerlos otra vez antes de doblarlos de nuevo para guardarlos. Aun así se leían con mucha claridad.—¿Qué es esto?—Tú lee.Se sentó a su lado.—Estás temblando. ¿De verdad estás bien?—Sí. Muy bien.—Entonces deja de morderte el labio, que te vas a hacer daño.—No puedo evitarlo, estoy histérica. Lee.Sergio la miró una vez más muy intrigado y luego posó sus ojos sobre el escrito.No entendía nada. ¿Qué significaba todo aquello? De todos modos, se puso a leer para contentar a Laura y porque a esas alturas ya estaba muy intrigado. __________________________________He desenmascarado a muchas personas en estas memorias. Espero que, si no a la ley, porque los delitos que cometieron ya han prescrito, tengan que enfrentarse al juicio de la opinión pública. La gente sabrá quiénes y cómo son eso
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Capítulo 118
__________________________________Llamé a Carla al móvil, pero no respondió. Salcedo y Mendizábal llamaron a sus nietos, pero tampoco éstos contestaron las llamadas, que repetimos con intervalos de pocos minutos sin ningún resultado. Pensamos que, con el ruido de la fiesta, no nos oían y decidí salir para Peñíscola cuanto antes. Mis amigos, alarmados por mi preocupación, estuvieron de acuerdo. Salcedo y Mendizábal se ofrecieron a acompañarme. El primero sugirió que cogiéramos la avioneta de la empresa, pero lo descartamos porque habría que movilizar a demasiada gente para ponerla en marcha y al final íbamos a tardar casi lo mismo. Decidimos, pues, ir en mi coche.Me pasé todo el viaje llamando a Carla, pero seguía sin contestar y no pude comunicarme con ella. Así que, cuando sonó mi móvil y vi que no era mi nieta quien llamaba, sino Marga, la inquietud que sentía se multiplicó por cien. Me dijo que Carla estaba muy mal y que no sabía qué hacer. Yo le respondí que iba en camino y el d
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Capítulo 119
—¿Por qué lo haría? En fin… —miró a Laura, muy serio—. Al menos nos daremos el gusto de verla en la cárcel, a ella y a Lucas.—¿Los vas a denunciar?—No, eso no puedo hacerlo. Pero irán a la cárcel. He revisado muy bien la denuncia contra Lucas y es una bomba. En cuanto empiecen a tirar del hilo, van a salir cosas muy graves, y Marga está metida hasta el cuello.—¡Vaya dos elementos! Cuando se enteraron de que la denuncia de Lucas había caído en tu juzgado vieron el cielo abierto. Sólo ella y su hermano sabían que tú creías que habías matado a Carla, así que pensaron que no sería difícil manipularte, como hicieron con Roms… Por cierto, ¿a qué se referirá Roms cuando dice que Marga y Lucas le hicieron chantaje? Estoy intrigada, pero supongo que tendré que esperar a que salgan las memorias para saberlo.—No hace falta. Eso sí lo sé. Bueno, al menos me lo puedo imaginar sin ninguna dificultad. Mi abuelo solía hablar mucho de ello, y siempre me decía que Roms consideraba a Lucas un inútil
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Capítulo 120
Un mes más tarde…Sergio estaba ante el ordenador, escribiendo muy concentrado. Quería acabar cuanto antes su libro, que auguraba trabajoso, porque requería una ardua labor de investigación. Laura tenía sus propios planes, aunque, por supuesto, aún no se lo había dicho a Sergio, pues lo de abrir un bufete entre los dos resultaba más complicado de lo que había pensado en un principio, y quería estudiar las opciones y tenerlo todo controlado cuando se lo propusiera.Tampoco le había dado aún una noticia muy importante, con la que ella estaba encantada, aunque no sabía cómo se la iba a tomar él. Sonrió, acariciándose el vientre y mirando con ternura a Sergio, que, en su bendita ignorancia, sólo pensaba en el libro que escribía, sin saber que su original familia de dos pronto contaría con tres miembros. Esa noche pensaba decírselo porque, por muy despistado que fuera, si tardaba más acabaría dándose cuenta.Y allí estaba, en el sofá, organizando el viaje a París que planeaban para el vera
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