El cóctel se celebraba en un lujoso hotel situado en una tranquila calle de Madrid, en el barrio de Chamberí. Cuando Laura y Sergio entraron ya había bastante gente. La joven se sintió un poco cohibida, pues le pareció que las mujeres iban demasiado vestidas, mucho más que ella, cuyo traje era bastante sencillo. No llevaba joyas, sólo unas perlas en las orejas, que su hermana había tenido la previsión de meter en su maleta, en una cajita.—Estás preciosa —le dijo Sergio cuando entregaron los abrigos a la entrada—. Ese vestido te sienta genial.—Gracias —le agradeció el cumplido, aunque no las tenía todas consigo.De todas formas, su mayor preocupación no era su aspecto, sino Sergio, que parecía un poco perdido entre la multitud. Iban de la mano, contemplando en silencio lo que los rodeaba, cuando se les acercó un hombre mayor que saludó a Sergio con afecto. Era el juez objeto del homenaje. Sergio le presentó a Laura y a partir de ese momento ya no estuvieron solos ni un segundo, charl
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