SebastianTengo que convencerla de que no me deje. Después de lo que hemos pasado, no puede acabar así. Ella es mi vida, la lu que me sacó de la oscuridad. —Sucede ahora, Keira. Tú y yo está pasando en este momento, y no estoy dispuesto renunciar a ti. Te amo, te necesito, te quiero conmigo… —¿Crees que quiero marcharme? —pregunta secándose las lágrimas que caen en su cara como una cascada—. No, no quiero irme, soñé una vida contigo, pero fue solo eso, un sueño que ha terminado. —Dime qué debo hacer para que no te vayas. Lo que me pidas, te lo daré —propongo desesperado en mi intento por convencerla. —No hay nada que puedas hacer, Sebastian. La realidad es que Claudia es tu esposa, la madre de Serena, y jamás te pediría que la abandones por mí. Ella te necesita, juraste estar a su lado en la salud en la y en la enfermedad, y debes cumplirlo —pronuncia con la voz rota. —Sí, ella me necesita a mí y yo te necesito a ti. ¿No lo entiendes? Tienes mi corazón, Keira. Y si te vas, lo
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