KeiraNo puede ser casualidad que Robert me esté llamando en este momento, él tiene que estar involucrado en la desaparición de Sebastian. Después de lo que hizo, lo creo capaz de cualquier cosa. Le digo a Serena que iré por algo de beber a la cocina y salgo para hablar con Robert sin que me escuche. —¿Cómo sabes mi número? —le pregunto con desdén, que sepa que estoy disgustada con él . —Te equivocaste al elegirlo a él, debías estar conmigo, tienes que volver conmigo. Y lo vas a hacer —asegura sin responder a mi pregunta. Está hablando como un demente, no es el hombre que conocía, cambió, o ahora está mostrando su verdadera cara. —¿Por qué lo dices? —Me contengo de señalarlo como el responsable de la desaparición de Sebastian porque quiero que sea él quien lo admita. —No me tomes por estúpido, sé que lo sabes bien. No actúas tan bien, mi amor. ¿Crees que no me daba cuenta cuando fingías conmigo? ¿que ignoraba que era a él a quien querías tocándote, besándote...? Lo sabía, m*****a
KeiraUna hora más tarde, Robert me llama para decirme que debo estar en el aeropuerto a las cinco de la tarde, que me dará el resto de las instrucciones cuando haya llegado. Le pido una vez más que la prueba de que Sebastian se encuentra bien y gruñe que me la recibiré pronto, que él es un hombre de palabra y cumplirá con su parte del trato siempre que yo cumpla con la mía. Pero no me fío de él, no después de lo que pasó la última vez que lo vi. Me preocupa mucho la seguridad de Sebastian, sigo sin estar segura de si hago bien al no decir que Robert es quien lo ha secuestrado. Me sobresalto cuando tocan la puerta de mi habitación, subí a terminar de organizar el equipaje mientras América hablaba con Serena. Quería hacerlo Evelyn, pero iba a ser difícil que pudiera subir las escaleras con las muletas. –Adelante —digo en voz alta y veo entrar a Magda con un paquete para mí, dice que lo dejaron hace un momento. Lo recibo y espero a que ella salga para abrirlo. Es un teléfono móvil, de
Keira“Actúa con naturalidad, no muestres sorpresa ni intentes pedir ayuda o él pagará las consecuencias”, fueron las palabras que pronunció Robert cuando ocupó el puesto junto al mío en el avión. Fue difícil no reaccionar en consecuencia, me tomó por sorpresa su llegada. No esperaba que viajara conmigo de vuelta a Estados Unidos, no estaba lista para enfrentarlo, pero se encuentra justo a mi lado, ocupando el puesto junto al mío, con una expresión de satisfacción en la cara porque consiguió lo que quería. No soporto tenerlo cerca, lo desprecio por haberse llevado a Sebastian y por usar a Ángel para acercarse a mí. Ahora sé que nunca lo quiso, resultó ser una completa farsa.—He cumplido con mi parte, debes liberar a Sebastian —murmuro en tono demandante sin poder contenerme un segundo más. —Lo liberaré cuando estemos en un lugar seguro, no antes. Y no vuelvas a mencionar su maldito nombre. A partir de ahora, para ti él no existe —sisea hablando en voz baja para que nadie lo escuche.
SebastianTres hombres tomaron el control del avión antes del despegue burlando la seguridad del aeropuerto. Usando pasamontañas y armas cortas, sometieron a Dimitri dejándolo inconsciente. No sé qué hicieron con el piloto o si el avión despegó porque uno de ellos, vino a mí y, con un golpe en mi nuca, me sacó del juego. Cuando desperté, estaba atado de manos a esta jodida silla y con los ojos vendados sin tener idea de dónde estaba ni quién me había secuestrado. Grité una y otra vez preguntando si había alguien, pero nadie contestó. Estaba solo, lo estuve durante varias horas, hasta que al fin alguien entró. —Esto es de parte de mi jefe —siseó una voz gruesa y masculina antes de darme un certero golpe en el abdomen que me dejó sin aliento. —Dime su nombre, quién es tu maldito jefe —pregunté cuando recuperé el aire. Debía tratarse de alguien que conocía y quería saber quién. —Cierra la boca —espetó golpeándome de nuevo con fuerza, esta vez en el costado. —¿Qué han hecho con el p
Sebastian No dejaba de pensar en Keira ni puedo parar de preguntarme por qué me dejó. Quería que volviera, la necesitaba. Ella había aceptado casarse conmigo, recién nos mudamos juntos, no entendía qué pudo hacerle tomar una decisión así. ¿Por qué mintió? Mi cabeza era un jodido desastre, entre el cansancio por el tiempo que estuve atado a esa silla y la preocupación por no saber dónde estaba Keira, apenas logroba pensar con claridad. Estuve hablando con Simon y me contó que Mike, uno de sus hombres de confianza, acompañó a Keira al aeropuerto, pero que no sabe si abordó un avión ni cuál era su destino; que podía intentar conseguir acceso a las grabaciones de las cámaras de seguridad para saber a dónde fue. —Sí, hazlo, pagaré lo que sea necesario para tener esas grabaciones. Necesito encontrarla, hermano —le pedí ansioso, algo me decía que debía buscarla. Conocía a Keira, ella no se hubiera marchado como lo hizo sin una buena razón.—Tranquilo, yo me haré cargo. Ve a darte una duc
SebastianRecibí la mejor y la peor noticia cuando bajé del avión, Keira había aparecido, pero estaba ingresada en el hospital con graves lesiones que le causó el m*aldito de Robert. Ella se defendió cuando él trataba de agredirla y ese animal la golpeó como un salvaje. Pero mi nena no se rindió, luchó como una fiera y dejó a Robert inconsciente golpeando su cabeza con lo primero que encontró. Y con las fuerzas que le quedaban, llamó a urgencias y la hallaron antes de que ese malnacido despertara. Keira dio su declaración a la policía cuando lograron estabilizarla, la habían trasladado a una habitación, pero se descompensado y tuvieron que internarla en la unidad de cuidados intermedios. Todo eso pasó mientras yo volaba de Hamburgo a New York. Irlanda me dio la noticia, estuvo tratando de comunicarse conmigo, pero desconecté mi teléfono durante el vuelo y me dejó varios mensajes, cuando la llamé, me contó lo que había pasado. —Quiero terminar con si miserable vida. Te juro que si sob
SebastianSeis semanas después No sé cómo decirle a Keira esto, ha pasado por mucho las últimas semanas. Enfrentar a Robert en el juicio fue difícil para ella, pero se hizo justicia y él enfrentará una larga condena por lo que hizo. Y es poco para lo que merece. Llego a casa tarde en la noche y subo a la habitación encontrando a Keira despierta. Volvió conmigo a Alemania en cuanto se resolvió lo del juicio, Serena la echaba mucho de menos, me preguntaba todo el tiempo cuando iba a regresar. —¿Vas a decirme qué está pasando? —me pregunta Keira cruzándose de brazos. Le había prometido que trabajaría menos y he estado llegando tarde estos días con la excusa de que es por trabajo, pero no es la verdad. Ha llegado el momento de contarle lo que he estado haciendo. Trago el nudo en mi garganta y solo lo digo, no hay manera fácil de revelarlo. —He estado pasando tiempo con Claudia. Ella… ella está recuperándose. —¿Qué… qué significa que está recuperándose? —balbucea confundida. —Me ll
SebastianTengo que convencerla de que no me deje. Después de lo que hemos pasado, no puede acabar así. Ella es mi vida, la lu que me sacó de la oscuridad. —Sucede ahora, Keira. Tú y yo está pasando en este momento, y no estoy dispuesto renunciar a ti. Te amo, te necesito, te quiero conmigo… —¿Crees que quiero marcharme? —pregunta secándose las lágrimas que caen en su cara como una cascada—. No, no quiero irme, soñé una vida contigo, pero fue solo eso, un sueño que ha terminado. —Dime qué debo hacer para que no te vayas. Lo que me pidas, te lo daré —propongo desesperado en mi intento por convencerla. —No hay nada que puedas hacer, Sebastian. La realidad es que Claudia es tu esposa, la madre de Serena, y jamás te pediría que la abandones por mí. Ella te necesita, juraste estar a su lado en la salud en la y en la enfermedad, y debes cumplirlo —pronuncia con la voz rota. —Sí, ella me necesita a mí y yo te necesito a ti. ¿No lo entiendes? Tienes mi corazón, Keira. Y si te vas, lo