Regina miraba aquel par de sobres que Giovanni acababa de darle, mientras se cambiaba de ropa en la intimidad de su habitación. Sinceramente, había creído que el hombre lobo simplemente se iría de allí para nunca más volver, después de saber parte de su historia familiar, y la cantidad de problemas que estaba teniendo.Ahora mismo, escuchaba sus sonoras carcajadas junto a las de Ennio, notándose que en realidad estaban pasando un grandioso momento jugando videojuegos. Sin saberlo, Regina estaba sonriendo por ello, y sus ojos se aguaron al tiempo que sentía su pecho apretarse, pero esta vez, no por dolor o pena, si no, por esa extraña y casi desconocida sensación de felicidad que estaba experimentando.—Son tarjetas de crédito — dijo para sí misma en un susurro, y ya cambiada, las tomo para regresárselas a Giovanni, ya demasiado había hecho por ella al pagar el centro de rehabilitación para su madre.Oh no, ni siquiera pienses en regresarme eso, las pedí especialmente para ti, y si te
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