—¡¿Qué?! – dijo ella en su sobresalto.—Que mientes…— Giovanni le dijo y volvió a tomarla de la mano. —… y pagarás por ello— volvió a retomar su marcha, de nueva cuenta, al estacionamiento.—¿A dónde vamos?... t-tengo trabajo y tú tambien…— dijo rápidamente mientras se obligaba a seguirle el paso.— No me importa faltar… y tú harás lo mismo de ser necesario, además, ser el dueño de la maldita compañía tiene sus ventajas mi compañera, se hace lo que yo diga — dejó claro el lobo ojiazul.—Pero…— Entra — ordenó Giovanni luego de no dejarla replicar, nunca antes el camino hasta su auto le pareció tan corto.—En serio… no puedo irme…— dijo Regina y se quedó parada a un costado de la puerta abierta y frente a él ¿Qué pretendía?Él la obligó entrar y la hizo recorrerse al entrar tras ella.— No iremos a ninguna parte – dijo tajantemente el apuesto rubio.Regina tragó débilmente, observó el largo asiento de piel negro de ese Chevelle SS propiedad del chico.— ¿Entonces para qué… me…? — pregu
Giovanni la tomó por los hombros y la obligó a girarse y a apoyarse en su pecho nuevamente. — Yo te voy a ayudar… solo un poco — le susurró el rubio cerca del oído y olfateó el fresco aroma de su sedosa cabellera, aquella que emanaba aquel olor de ella, su olor intimo que despertaba cada uno de sus instintos y lo hacía babear, aquel aroma que le gritaba a cada poro de su piel que ella era su compañera. En esa ocasión la traía sujeta dejando ver su delicado cuello femenino, en realidad, lucia francamente demasiado hermosa con ese atuendo, Benedicto tenía razón, Regina parecía una muñeca, una frágil muñeca que fácilmente se podía romper debajo de él, lentamente, bajó sus manos por los delgados brazos femeninos. La joven cerró los ojos y se avergonzó cuando su piel se erizó. — Giovanni… aquí alguien podría…— su voz fue débil, y optó por suplicar. — Los cristales están polarizados y el reflejo de los árboles en el parabrisas no le permitirá ver a nadie para adentro…no dejaría que nadi
Giovanni sentía su cuerpo arder en un calor abrasador y descomunal como nunca antes sintió. La figura de aquella hembra a la que deseaba y que estaba destinada a ser su compañera, nuevamente se dibujaba en medio de sus pensamientos nocturnos. Sus instintos más básicos habían aflorado, pero, tambien, algo más había aflorado junto con ellos. Algo más que una simple pasión desenfrenada.El instinto del lobo era completamente eso, solo instinto, no había nada mas en su haber que el deseo carnal, el deber de brindar protección y de hacer crecer a su manada. El alfa tenía esa única función, además, por ello, sabía que aquellas ocasiones en que vio demasiado triste a Regina, agobiada por todos los problemas de su madre, era solo parte de su instinto lobuno que se manifestaba en su deseo de protegerla y saberla bien, después de todo, Regina era la hembra que pasaría el resto de su existencia a su lado, y quien les daría a los anhelados descendientes que llevaba tiempo esperando engendrar para
Regina caminaba por las calles oscuras hasta nuevamente llegar hasta aquella iglesia en donde sabia, se hallaba aquel amable seminarista que le había confesado ser compañero de una mujer lobo. Sentía los nervios a flor de piel, sabiendo que en cualquier momento Giovanni podría entrar en sus pensamientos para averiguar en donde estaba. Tenia que darse prisa en charlar con ese hombre.—Bienvenida señorita Martinelli, la estaba esperando —Repentinamente las puertas de la iglesia se abrieron y la voz de ese seminarista se escuchó. Regina ni siquiera había tocado la puerta así que se sorprendió de que el hombre la recibiera. Mirándolo, pudo ver de nuevo aquella amable sonrisa, y junto a él, se hallaba una hermosa mujer de cabello demasiado largo y castaño. Su belleza era tan arrollante, que estaba casi segura de que ella era la mujer lobo compañera de ese buen hombre.—Gracias por recibirme — dijo Regina y todos entraron en aquel recinto.Al día siguiente, Giovanni estaba como alma que se
Todavía podía sentir esas sensaciones que Giovanni le había hecho experimentar… ya que él, prácticamente la obligó a hacer aquello tan vergonzoso… su piel se erizó al revivirlo y apretó sus piernas inconscientemente… ¿cómo fue capaz?, ella, ya que él, le quedaba claro, estaba acostumbrado a hacer ese tipo de cosas y cosas peores; como le había asegurado que harían… ¡Dios! No creía poder verlo a la cara sin recordar ese momento en el auto… ella había hecho lo que él le pidió, no se había resistido a ello… no lo suficiente… no debió dejarlo… y, aun así, se descubrió disfrutándolo… por eso no quería verlo… ¿Era eso que él llamaba pasión, lo que ella sintió? No…no sabía, lo único que sabía era que seguramente no podría soportar la vergüenza al verlo … ella … ella se había tocado frente a él.Cuando sus compañeros se levantaron y comenzaron a caminar se dio cuenta que su clase había terminado, otra vez su celular volvió a llamar su atención.“Contéstame… o yo iré por ti”.Fue la amenaza qu
Regina había caminado con demasiada prisa por los pasillos de la compañía mirando sobre su hombro con el temor de encontrarse con Giovanni, llegando finalmente a su espacio en la compañía, entró y cerró la puerta de su cubículo de golpe.—¡Hola Regina! – la saludó efusivamente Jane y le dio un beso en la mejilla —… me voy, voy retrasada a mi clase…es difícil ser trabajadora y estudiante ¿No lo crees? — agregó mientras de forma rápida tomaba sus libros y una pequeña mochila, en la cual, luchaba por meterlos.—Que… que te vaya bien – dijo Regina sorprendida por la velocidad en la que había abierto y cerrado la puerta para desaparecer tras ella.Sonrió resignada.– Supongo que a todas nos está costando adaptarnos — mencionó la joven al ver el desorden que su amiga tenía en ese pequeño sector que le correspondía.A pesar de salir apresurada, Jane le había dado prioridad a su aspecto, aunque sus libros y sus apuntes fuesen hechos un asco en su mochila. Jane, era una de las muy pocas person
Regina no pudo evitar un gemido cuando él pegó su cuerpo excitado a ella y besó su cuello … eso estaba mal … todo estaba mal con Giovanni … ¿qué demonios pensaba? … y ¿qué demonios le pasaba a ella al gustarle algo, de todas esas cosas que le hacía?Llevó una de sus grandes manos hacia abajo, desabrochó y bajó el pequeño cierre de sus jeans… Regina, en un acto de cordura quiso apartarse, pero él no lo hizo…de nuevo, su cuerpo la estaba traicionando, reaccionando a el de maneras que no quería.— Ya no Regina…no puedo más… – habló el rubio roncamente. – …me he tenido que esperar por ti…no he tocado a ninguna – confesó Giovanni en un acto inconsciente.Ella tragó débilmente “¿esperando?” … Pensó “¿él estaba esperando esto?”Un hombre como Giovanni, apuesto, viril y perfecto, deseaba estar con ella, ¿Por qué? Lo miro desconcertada y él sonrió de medio lado, besó sus labios y en un instante ella tuvo que cerrar sus ojos, cuando su cuerpo fue recorrido por una extraña calidez que le proporc
Apoyó su mano sobre la puerta y bajó su cabeza… suspiró derrotado… había usado un autocontrol que creía inexistente para apartarse en ese momento… giró su rostro y vio la puerta cerrada tras la cual Regina permanecía… no podía volver por mucho que lo deseara… ese juego era de él… tenía que dejarla deseando más, para que fuese ella la que rogara por estar con él…para forzarla a despertar sus instintos. En un inicio creyó que sería más humillante para Giancarlo al saberlo; pero ahora entendía que era por orgullo y tal vez por ego… Regina era su reto… no iba a perder con ella. Sabía demasiado bien que el verdadero origen de su compañera no era humano, sin embargo, al haber sido adormecida y privada de su verdadero yo, su padre, el rey Luna, la había prometido en un inicio al hijo de los humanos miserables que protegían el secreto, pero después de su muerte, aquello no se concretó, sin embargo, estaba seguro, Giancarlo no había desistido de tenerla a pesar de ya tener una prometida actual