Me ducho en tiempo récord, me seco el cabello más rápido aún, lavo mis dientes y me hago una trenza recogida en la nuca, dejando algunos mechones sueltos alrededor de mi rostro. Me maquillo y voy directa a mi delicioso armario para vestirme. Si hay un lugar que me encante de mi piso, es esta habitación: tres paredes están cubiertas con ropa, separadas por ocasión. Una cuarta pared tiene bolsos y zapatos y en el centro hay un largo y cómodo sillón gris con cojines de pelo largo. Una vez que tengo el conjunto de ropa interior blanca, me pongo en la búsqueda de las prendas del día. Elijo una falda tubo de ecopiel, color verde pino, con botones delanteros y cintura en v, que llega un poco más abajo de mi rodilla, y un top blanco liso, con manga larga estilo gigot y con cuello sweetheart. Unos aretes ovales, una gargantilla y estoy lista… o casi lista, porque aún tengo una fila de tacones que ver. Me siento desafiante y quiero un calzado que vaya a corde. Tal vez algo en azul, como sus
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