—¿Era impotente o algo así? — intenta bromear bajito, cuando se da cuenta que no sigo hablando. Empujo mi hombro contra él y blanqueo los ojos. Solo él es capaz de robarme una sonrisa en momentos tan tensos. —No seas idiota, era mucho más grave que eso… — le lanzo una mirada de fingido fastidio. —¿Más? — simula asombro, alzando ambas cejas. Está reprimiendo una sonrisa burlona, lo sé por cómo le tiemblan la comisura de los labios. Hago un mohín y me vuelvo a recargar en él. —Aquella desafortunada tarde, donde Lady Lovelace fue liberada, su madre la llevó a encontrarse al pueblo con la peor de sus pesadillas… — trago con fuerza, cuando las lágrimas llenan mis ojos. Es solo una historia antigua y aún así toca mi fibra sensible —, Luc, ella murió esa tarde de un corazón roto, con la imagen del hombre que amaba desposando a otra mujer y con la última rosa presionada tan fuerte contra su pecho, que las espina la hicieron sangrar tanto como su destrozado corazón lo hacía. —Vaya
Tira de mi labio suavemente y luego lame, antes de hundir de nuevo su lengua en mi boca. Tiene una de sus manos firmemente en mi cuello, mientras sigue controlando el beso que nos une y la otra está en mi cadera, bajo la camiseta. Sus dedos firmes dejan una estela cálida, mientras me acaricia perdido en este momento. Sube por mi espalda, me aprieta contra él. Nuestros torsos colisionan, mis senos aplastados contra su pecho. La fricción de su evidente erección, recluida bajo los jeans, hace que gima contra sus labios. De sus boca escapa un ronco gemido desde el fondo de su garganta. La naturaleza de nuestro beso se intensifica. Siento el cosquilleo entre mis piernas, anhelante de su atención.También lo acaricio, abrazo y los sostengo contra mí. Su mano sube hasta mi pecho, lo acuna, acaricia suavemente mi pezón enhiesto. Gimo nuevamente y me arqueo contra su caricia. Necesito que repita ese sutil movimiento que calienta mi sangre y me esta haciendo perder la cabeza. No es nada más q
La mañana llegó más rápido de lo que me hubiera gustado, aunque no fue menos el espectáculo que formé al darle la espalda y quitarme la camiseta para entregársela. Me fui orgullosa, semi desnuda, con mi ropa entre las manos, hasta el baño para poder cambiarme. Sentí su mirada en mi cuerpo y me agradó sacar su desconcierto a primera hora. Fue divertido, en especial teniendo en cuenta que apenas pude pegar el ojo teniéndolo cerca. No me soltó en lo absoluto hasta que la alarma de mi móvil sonó. Asique me pasé dormitando y despertando cada cierto rato medio sobresaltada. Y a pesar de ello, el miedo absurdo me atacaba a veces por el sueño que desencadenó el inicio de la noche. Nuestros anfitriones nos despidieron amablemente a primera hora. Aunque noté cierta aspereza disfrazada de sonrisa de parte de Edith cuando nos marchamos. Aunque puede ser mi lado irracional que se pone irritante y paranoico cuando no he descansado bien. No soy una persona grata cuando no he dormido lo suficiente,
Despierto cuando alguien me toma en brazos. Abro los ojos para encontrarme a Luc cerca de mí. Me sujeta con fuerza mientras me saca del vehículo. —Sostente fuerte — murmura y cierra la puerta con la punta de pie. Apoyo la cabeza sobre su hombro, debajo de su mentón, aún somnolienta y le paso los brazos por el cuello. Me alza contra él, mientras avanza por el aparcamiento. Suspiro y cierro los ojos todo el camino hasta el ascensor y directo a mi piso. Estaba soñando algo bonito, lo sé porque algo cálido se expandió por mi pecho tan solo al abrir los ojos. Y no se debe sólo al hombre que me sostiene, sino porque realmente era una sensación agradable y hermosa…, como si no existieran preocupaciones en el mundo más que vivir el momento en ese prado con vistas a un lago y ese aroma a madreselva y vegetación húmeda que puedo sentir como si estuviera en ese mismo instante. Aún puedo jurar sentir el calor de la brisa revolver mi pelo y las manos fuertes sostenerme y balancearme. No sé qu
Me ducho en tiempo récord, me seco el cabello más rápido aún, lavo mis dientes y me hago una trenza recogida en la nuca, dejando algunos mechones sueltos alrededor de mi rostro. Me maquillo y voy directa a mi delicioso armario para vestirme. Si hay un lugar que me encante de mi piso, es esta habitación: tres paredes están cubiertas con ropa, separadas por ocasión. Una cuarta pared tiene bolsos y zapatos y en el centro hay un largo y cómodo sillón gris con cojines de pelo largo. Una vez que tengo el conjunto de ropa interior blanca, me pongo en la búsqueda de las prendas del día. Elijo una falda tubo de ecopiel, color verde pino, con botones delanteros y cintura en v, que llega un poco más abajo de mi rodilla, y un top blanco liso, con manga larga estilo gigot y con cuello sweetheart. Unos aretes ovales, una gargantilla y estoy lista… o casi lista, porque aún tengo una fila de tacones que ver. Me siento desafiante y quiero un calzado que vaya a corde. Tal vez algo en azul, como sus
Ha llegado una nueva clienta, bastante temperamental que nos ha dado dolor de cabeza gran parte de la tarde que pasa lenta y sin prisas. Es estricta, tiene un vozarrón fuerte y puede intimidar fácilmente con su mirada verde esmeralda. Por suerte, crecí con la maldad hecha madre y me crié en un ambiente donde si no aprendías a ocultar tus emociones y actuar con templanza, te aplastaban sin contemplación. Manejar a Georgia Moone no es nada fácil, pero logro seguir su juego y mantener a mis chicas lejos de su alcance. Lisa termina de subirle la cremallera del vestido, mientras que Tita llega con unos tacones de tiras y se agacha para ayudar a que la señora Moone pueda calzarlo. Cuando las chicas terminan, dan un paso atrás y dejan que ella se contemple en el espejo. Observa su figura alta y delgada, mientras pasa las manos por la tela de la falda lápiz ajustada y luego se gira levemente para mirar su espalda. Repasa cada detalle del vestido negro con diseño de piedras encrustadas y de c
Antes de que me dé la oportunidad de responder, mi madre acaba la llamada. Dejo caer el móvil sobre la mesa, sintiéndome derrotada. Las lágrimas de rabia pican tras mis párpados y tengo que tomar una gran respiración, para no echarme a llorar. No la necesito en mi vida. He estado bien sin ella desde que dejó de intentar moldearme a su imagen y semejanza. Desde que logré huir de su poder absurdo. Pero, aún así, sigue siendo mi madre y, por mucho que lo odie, sigue afectándome de alguna forma. Alguien toca a mi puerta y pocos segundos después se abre y la cabeza de Lisa se asoma. —¿Pasa algo? — pregunto despacio. Ella sonríe débilmente y termina de abrir toda la puerta, dejando a la vista a Luc sonriente y encantador que carga con una caja rosa en una mano y una mochila negra sobre el hombro. Me aparto del borde del escritorio donde estaba afirmada y lo miro atolondrada mientras entra. —¿Qué haces aquí? — pregunto asombrada. Lo vi esta mañana, cuando me vino a dejar a la boutiqu
Está petrificado frente a mí, con las pupilas ligeramente dilatadas y la mandíbula tensa. Ladeo el rostro y aleteo las pestañas lentamente con inocencia, ocultando mi diversión creciente. Ojalá tomara la iniciativa y me besara como anhelo. Que me tome como le dé la gana, mientras pueda tener su boca sobre la mía y el calor de su cuerpo explorando contra mí. Hago un mohín y recuerdo lo que dejó sobre la silla. —¿Qué hay en la mochila? — pregunto, señalando ligeramente con el mentón. Estudia mis ojos, antes de erguirse, separándose de golpe de mí y mostrándome toda su altura. Maldita sea, se ve delicioso con esa camiseta azul oscura, chaqueta de cuero que hace que su pecho se vea amplio y esos pantalones ajustados oscuros que se adaptan a su culo perfecto cuando me da la espalda un segundo y alcanza el bolso. —Para ti — dice, con voz ronca. Carraspea, limpiando su garganta y me mira con seriedad. No puedo evitar sonreír, y sin apartar la mirada risueña de él, abro la mochila y hurg