Tengo las manos de Conrad sobre mis hombros, que me ayuda a caminar a ciegas por el pasillo del restaurante donde me han citado hoy. Mi madre me ha ordenado venir, algo que no me causó extrañeza. Aunque sí el hecho de que nada más llegar, el hijo de Elizabeth, una amiga de mi madre, me recibió con un ramo de rosas rojas perfumadas, una sonrisa soberbia que pretendía ser amable y una venda negra. También alabó mi vestido y lo hermosa que me veía esa noche, no pasé desapercibida la mirada obscena con la que recorrió mi cuerpo.No confiaba en él lo suficiente para dejarme guiar por todo el lugar, en especial teniendo en cuenta que este sitio también es un hotel. Siempre hubo algo en él que no me agradó, aunque sospechaba que se debía a que era tan arrogante como todos los que me rodeaban. Al final, luego de que le pidiera dos razones por las que debía confiar y él respondiera con la que creía era una encantadora sonrisa, terminé cediendo y solo porque recibí un mensaje de mi madre para
—¡Peque! — Carter toma mi muñeca y me detiene, cuando estoy cruzando el salón —. ¿Dónde vas? —Con Sabrina — me lo quito de encima —. Quiero escuchar lo que realmente sucedió. Camino, rodeando a las personas que intentan detenerme para conversar, pero paso de todos ellos, sin siquiera sonreírles, hasta que encuentro a Sabrina hablando con Alex. —Felicidades, Claire — sonríe Alex al verme. No quiero ser grosera, pero no puedo evitarlo. —Dime que pasó — increpo a mi amiga, ignorando a Alex. Ella arruga el entrecejo. —¿De qué hablas? —De mi madre y Luc. Se pone pálida cuando me escucha. Se supone que es mi amiga, ¿por qué no lo mencionó cuando llegué? Ella más que nadie sabe lo que siento por él. —Claire… —Solo dilo — insisto, molesta. —¿De qué hablan? — pregunta Alex, confundido. Lo miro un corto momento y luego observo a Sabrina. —¿Él lo sabe? — cuestiono, dispuesta a enojarme incluso con mi amigo de infancia. Ella sacude la cabeza. —Cálmate y te lo cuento
Despierto sobresaltada y me incorporo en la cama desorientada, mientras me quito el pelo de la cara. Estoy jadeando por la falta de aire y me llevo una mano al pecho, mientras mi corazón galopa furioso. Sollozo con violencia y apenas puedo respirar debido a las lágrimas y el llanto desgarrador que me atenaza. Duele. ¡Mierda!, esto duele demasiado. Lloro a lágrima viva, mientras aprieto la mano contra mi pecho. Todo se vuelve a apretar, se estruja, se atenaza y se desgarra. Es como si alguien estuviera apuñalando mi pecho, múltiples veces y con mucha fuerza. Pero, ¿qué es esto? ¿Por qué duele algo que no es real? ¿Por qué siempre él aparece en mis sueños y por qué cada vez que despierto todo se resume en aflicción? Atraigo mis piernas a mi cuerpo y escondo mi rostro entre mis rodillas, intentando amortiguar mi tristeza. Lloro lo que me parece una eternidad y descargo a sollozo vivo lo abrumada que me siento. Esto no está bien. Nada de este dolor está bien. Parece eterno en mi inte
—¿Era impotente o algo así? — intenta bromear bajito, cuando se da cuenta que no sigo hablando. Empujo mi hombro contra él y blanqueo los ojos. Solo él es capaz de robarme una sonrisa en momentos tan tensos. —No seas idiota, era mucho más grave que eso… — le lanzo una mirada de fingido fastidio. —¿Más? — simula asombro, alzando ambas cejas. Está reprimiendo una sonrisa burlona, lo sé por cómo le tiemblan la comisura de los labios. Hago un mohín y me vuelvo a recargar en él. —Aquella desafortunada tarde, donde Lady Lovelace fue liberada, su madre la llevó a encontrarse al pueblo con la peor de sus pesadillas… — trago con fuerza, cuando las lágrimas llenan mis ojos. Es solo una historia antigua y aún así toca mi fibra sensible —, Luc, ella murió esa tarde de un corazón roto, con la imagen del hombre que amaba desposando a otra mujer y con la última rosa presionada tan fuerte contra su pecho, que las espina la hicieron sangrar tanto como su destrozado corazón lo hacía. —Vaya
Tira de mi labio suavemente y luego lame, antes de hundir de nuevo su lengua en mi boca. Tiene una de sus manos firmemente en mi cuello, mientras sigue controlando el beso que nos une y la otra está en mi cadera, bajo la camiseta. Sus dedos firmes dejan una estela cálida, mientras me acaricia perdido en este momento. Sube por mi espalda, me aprieta contra él. Nuestros torsos colisionan, mis senos aplastados contra su pecho. La fricción de su evidente erección, recluida bajo los jeans, hace que gima contra sus labios. De sus boca escapa un ronco gemido desde el fondo de su garganta. La naturaleza de nuestro beso se intensifica. Siento el cosquilleo entre mis piernas, anhelante de su atención.También lo acaricio, abrazo y los sostengo contra mí. Su mano sube hasta mi pecho, lo acuna, acaricia suavemente mi pezón enhiesto. Gimo nuevamente y me arqueo contra su caricia. Necesito que repita ese sutil movimiento que calienta mi sangre y me esta haciendo perder la cabeza. No es nada más q
La mañana llegó más rápido de lo que me hubiera gustado, aunque no fue menos el espectáculo que formé al darle la espalda y quitarme la camiseta para entregársela. Me fui orgullosa, semi desnuda, con mi ropa entre las manos, hasta el baño para poder cambiarme. Sentí su mirada en mi cuerpo y me agradó sacar su desconcierto a primera hora. Fue divertido, en especial teniendo en cuenta que apenas pude pegar el ojo teniéndolo cerca. No me soltó en lo absoluto hasta que la alarma de mi móvil sonó. Asique me pasé dormitando y despertando cada cierto rato medio sobresaltada. Y a pesar de ello, el miedo absurdo me atacaba a veces por el sueño que desencadenó el inicio de la noche. Nuestros anfitriones nos despidieron amablemente a primera hora. Aunque noté cierta aspereza disfrazada de sonrisa de parte de Edith cuando nos marchamos. Aunque puede ser mi lado irracional que se pone irritante y paranoico cuando no he descansado bien. No soy una persona grata cuando no he dormido lo suficiente,
Despierto cuando alguien me toma en brazos. Abro los ojos para encontrarme a Luc cerca de mí. Me sujeta con fuerza mientras me saca del vehículo. —Sostente fuerte — murmura y cierra la puerta con la punta de pie. Apoyo la cabeza sobre su hombro, debajo de su mentón, aún somnolienta y le paso los brazos por el cuello. Me alza contra él, mientras avanza por el aparcamiento. Suspiro y cierro los ojos todo el camino hasta el ascensor y directo a mi piso. Estaba soñando algo bonito, lo sé porque algo cálido se expandió por mi pecho tan solo al abrir los ojos. Y no se debe sólo al hombre que me sostiene, sino porque realmente era una sensación agradable y hermosa…, como si no existieran preocupaciones en el mundo más que vivir el momento en ese prado con vistas a un lago y ese aroma a madreselva y vegetación húmeda que puedo sentir como si estuviera en ese mismo instante. Aún puedo jurar sentir el calor de la brisa revolver mi pelo y las manos fuertes sostenerme y balancearme. No sé qu
Me ducho en tiempo récord, me seco el cabello más rápido aún, lavo mis dientes y me hago una trenza recogida en la nuca, dejando algunos mechones sueltos alrededor de mi rostro. Me maquillo y voy directa a mi delicioso armario para vestirme. Si hay un lugar que me encante de mi piso, es esta habitación: tres paredes están cubiertas con ropa, separadas por ocasión. Una cuarta pared tiene bolsos y zapatos y en el centro hay un largo y cómodo sillón gris con cojines de pelo largo. Una vez que tengo el conjunto de ropa interior blanca, me pongo en la búsqueda de las prendas del día. Elijo una falda tubo de ecopiel, color verde pino, con botones delanteros y cintura en v, que llega un poco más abajo de mi rodilla, y un top blanco liso, con manga larga estilo gigot y con cuello sweetheart. Unos aretes ovales, una gargantilla y estoy lista… o casi lista, porque aún tengo una fila de tacones que ver. Me siento desafiante y quiero un calzado que vaya a corde. Tal vez algo en azul, como sus