Serena y Sebastian son los últimos en sumarse a la mesa a la hora de la cena. Mare comenzaba a impacientarse porque no habían llegado, pero finalmente están aquí. Los oí reír mientras se acercaban, una clara señal de que lograron resolver sus diferencias. Me siento orgullosa de mi hermano, es un buen padre, muy distinto al nuestro, que no se ocupaba de nosotros en lo más mínimo. Ni siquiera se molestaba en comer con nosotros, siempre lo hacíamos en la cocina, con los empleados domésticos. Antes de servir la cena, cada uno toma un turno para dar gracias. Y luego Simon se encarga de cortar el pavo. Lo hace mejor cada vez, aunque le falta mucha práctica. Una vez que todos hemos llenado los platos, cenamos en medio de bromas y risas. La comida ha quedado deliciosa, todos lo dicen, y Mare no puede estar más feliz. Sigo disgustada con ella, pero en algún momento se me pasará, sé que no lo hizo con mala intención, lo que me molesta es la mentira. Odio que me mientan. A las diez de la noche
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