Sam tuvo que agarrar fuertemente a Thomas cuando llegaron a la entrada del zoológico. La emoción le podía, daba aplausos y no dejaba de señalar. Marcos iba un paso por detrás dándole una mirada fulminante a todo aquel incauto que se quedara mirando un minuto de más, las piernas de su chica. Pero es que Samantha con esa minifalda negra y esas botas no se lo estaba poniendo nada sencillo.— ¡Rayos nena! —dijo después de asesinar con sus ojos al décimo hombre que miraba en su dirección— .No había algo que te cubriera menos. —concluyó irónico.—Me gustan las faldas, Marcos. Hay demasiado calor para ponerme pantalones. Cuando el invierno llegue, puedo asegurarte que me verás forrada. No obstante, para que estás tú, un hombre fuerte y grandote sino es para espantar moscones.—Puedo asegurarte —dijo mientras ponía su brazo izquierdo sobre sus hombros. Ya era hora que los demás comprendieran que esa preciosa rubia tenía dueño—, que tengo otras funciones. Soy multifacético. Si no recuerdo mal,
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