Habían pasado dos días desde que Sam se había cogido la tarde. Mildred siguió con varicela y una fiebre al cuarenta. Su voz había denotado cansancio cuando Sam la había llamado preguntándole por su estado, había colgado a los pocos minutos pues sabía perfectamente que esa mujer eficiente, necesitaba mucho reposo. Al menos para ella era así, con cualquier enfermedad podía seguir trabajando excepto con las migrañas y la fiebre. Esas dos le pedían a su cuerpo que cogieran una cama urgentemente. En esos días Marcos apenas le había dirigido la palabra. Estaba más hosco de lo normal. Más inaccesible. Tan tenso como la cuerda de un violín. Atrás había quedado la magia del fin de semana. Fin de semana que pareció un destello de un lejano pasado y no algo que había sucedido tan solo unos días atrás. Y Sam había disfrutado, si no hubiera sido por sus locos impulsos, lo habría catalogado como uno de los cinco mejores momentos del último año. Ella también estaba algo tensa y cansada. El re
Leer más