— ¡Joder! Esto es un laberinto. Cada vez que pienso que puedo encontrar algo hay un dichoso cortafuego o una puerta sin salida. —expresó Samantha airada.—Hay que admitir que se esmeraron en el robo. —confirmó Marcos.—Esmeraron, en plural. Piensas que es más de uno.—Vamos, gatica. Eres muy inteligente. No me digas que pensaste que era una sola persona. No puede con todo. Tiene que haber alguien que se encargue de la parte informática y alguien más de los papeles. —Y tiene que tener un alto rango. No cualquiera puede navegar por los sistemas como si fuera los pasillos de su casa. —Marcos afirmó ante de los pensamientos de Samantha. Él había pensado exactamente eso. Pocas personas tenían acceso a todas las áreas, eso reducía la lista. A no ser que contaran con un hacker. De ser así, que era lo más probable, no podían hacer mucho.—Necesitamos a Gin, Marcos. Sé que acordamos que mientras menos personas supieran lo que estaba pasando, mejor y así, había más oportunidades de atrapar al
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