(Astor)El sujeto buscaba escaparse de mi presencia, temblaba como una hoja, como si hubiera visto un fantasma. Ese miedo en sus ojos era notorio, él sabía quien era yo, estaba seguro de eso.—No sabemos nada. —dijo el más menudo. —Déjanos tratar con esta embustera, tú no sabes quién es.No dejaría que se marcharan, así como así, mi instinto de bestia me mandaba a quedarme allí hasta resolver este asunto.La chica me miraba como si fuera la peste, debía sentirse amenazada por mi presencia, aunque la hubiera salvado de recibir una paliza.—Déjenos ir. —dijo ella, frunciendo el entrecejo con enojo. —Usted no tiene nada que hacer aquí.Eso me sorprendió.—¿Vio? —preguntó el más alto. —Váyase, usted es un abanderado del rey, no tiene que hacer nada en este vecindario.Olfateaba el engaño, había algo más que no querían que yo descubriera y eso me estaba tensando los nervios. Las miradas de todos eran sospechosas.Otro grito me interrumpió los pensamientos, siendo que esta vez se trataba de
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